sábado, 18 de agosto de 2007

Día 7 (Sindrome de Abstinencia)

Apenas estaba despertando y pude sentir todos los síntomas de depresión. Por una parte seguía sin apetito, el sueño se me había ido dos horas antes de levantarme de la cama y no lo pude recuperar en todo ese tiempo -lo que me dejó levantado a las 10 de la mañana- mientras me revolcaba de un lado a otro hasta por fin levantarme a fumar. Ese era el otro síntoma habitual, que era extraño de por sí justificarlo sólo a la depresión ya que fumo para todo: cuando estoy feliz fumo un poco para celebrar, cuando me enojo fumo rápidamente para despejar ese sentimiento, cuando estoy excitado fumo en bocanadas profundas y tratando de enfatizar el como saco el humo y cuando estoy triste, fumo como alguien que sabe que pronto puede morir.

Y ahí estaba yo en nuestra casa absolutamente solo fumando en la oscuridad de nuestra recamara. Te extrañaba como nunca. Creo que lo más que nos habíamos separado eran tres días pero ahora sentía que hubieran pasado años desde que la casa tuvo tu presencia. Todo estaba en verdad desordenado, la cama no la había tendido en todos estos días, la cocina regada llena de más ceniceros que platos sucios, el baño estaba rebozando de papeles que estaban a punto de desbordarse del basurero. Todo parecía reflejar el como me siento por dentro cuando no estás.

Mi libido a su vez estaba que no me dejaba sentarme tres minutos tranquilo sin sentir que debía tomar medidas. A los quince minutos recordé aquél video que tomamos alguna vez. Media hora estuve como loco moviendo todos los armarios, los libreros, los cajones, cajas y cualquier lugar donde pudiera estar ese video pero sin rastro de el. Cinco minutos después cuando decidí ver cualquier otra cinta descubrí que misteriosamente nuestro video ya estaba en la video casetera. Me recuesto sobre la cama dispuesto a disfrutar del espectáculo y me preparo con cigarrillo en mano y cenicero sobre la mesita de noche.

Ahí estabas tú, unos meses atrás, con ese conjuntito de colegiala sexy que tanto me costó que te decidieras a ponerte. Yo detrás de la cámara interactuó contigo mediante pequeños diálogos pero tratando que toda la acción se centre en ti. Pones esa cara lujuriosa que sólo he podido encontrar en ti, esa mezcla perfecta de dos partes de erotismo, una de inocencia y otra de una locura discreta. Comienzas a jugar por debajo de la falda dejándonos a los espectadores pendientes de lo que en verdad sucede, mientras vas aumentando el ritmo te recuestas sobre la cama y dejas ver como te tocas por encima de unas panties completamente infantiles. La temperatura aumenta y vas quitándote la blusa mostrando un par de senos demasiado deliciosos con sus pezones erectos y como pidiéndome participar. Sigues tocándote y tus famosos gemidos no se hacen esperar, se puede oír perfectamente como gimes de la manera más real que haya yo escuchado en mi vida. Bien sabes que por esos gemidos fue que me gustaste tanto.

Apenas llegaba a esa parte cuando no pude resistirme más. Mi amor por ti terminó derramándose en mi mano. Poco a poco sentí como me iba separando de todo, como caía de nuevo en mi espiral. Como a pesar de saber perfectamente que seguía en mi cama me iba a Francia en busca de ti. Caí profundamente dormido. Por suerte el cigarro se había acabado mientras te quitabas la falda.

De noche desperté mirando hacia tu extremo de tu cuarto sólo para ver que tu ausencia continuaba, quedaba todavía una hora para tener que irte a recoger y la espera en esos momentos puede ser la más horrible de todas. Bien dicen que la hora más oscura es la más cercana al amanecer. Ahí me tenías de un lado para otro, sentándome en un sillón, parándome para sentarme en otro, encendiendo un cigarrillo, apagando el siguiente. Todo para que pasara una hora con la rapidez de otro año.

Te extrañé, te dije, Yo también, me respondiste. Durante el camino no hablamos mucho, tú dormías en el asiento del copiloto y yo trataba de que no nos estrelláramos en el camino. Tan pronto llegamos fuimos a la habitación y cuando quería decirte algo acerca de todo lo que ha pasado, dijiste que estabas cansada y que si podíamos hablar mañana. Yo por supuesto acepté y ahora termino de escribir estás líneas mientras te veo dormida en nuestra cama. Espero que al leer esto puedas en verdad perdonarme por todo lo que pasó en tu ausencia, pero sobretodo por que te dejara alguna vez ausentarte. Por que tú bien lo sabes, eres mía, para hoy y para siempre.

Día 6 (Sindrome de Abstinencia)

Me sentía de lo peor cuando el despertador comenzó a taladrar mis oídos, ni siquiera sabía que lo había dejado programado, con mi mano traté de buscarlo con los ojos cerrados y sin querer tomé mis lentes bruscamente rompiéndolos por el puente, era lo que me faltaba, que me fuera a doler la cabeza todo el día por falta de mis lentes. Continué recostado en mi cama hasta que comenzó a sonar el teléfono, menuda peste, cuando uno ni siquiera quiere seguir vivo siempre hay alguien que te molesta para recordarte que sigues respirando. Al descolgar la voz tan familiar de mi editor comenzó a gritarme, a molestarme los oídos diciendo que había una fiesta, que tenía que bañarme en 5 minutos por que estaba a punto de llegar a la casa, que ya debería de haber desayunado, que ya eran las 2 de la tarde, que no chingue, que como no me acordaba, que si me estoy metiendo en drogas, que le abriera a la puerta, que ya estaba adentro, que saliera por fin del baño, que estaba tan pendejo que me metí a bañar con el teléfono en mano, que ya había salido, que colgara y que nos fuéramos de una vez a la maldita fiesta de presentación del libro del pinche-escritor-cabrón-pendejo-que-tiene-mas-libros-que-yo-al-que-tenemos-que-mamarle-las-bolas-para-seguir-en-la-editorial, por lo que salimos en su coche.

La fiesta era igual que todas las otras fiestas de seudo-intelectuales que aprietan el culo cada vez que quieren sacar un comentario alta y refinadamente intelectual. Es decir, era otra fiesta donde me aburro como ostra. Para empeorar mi suerte mi editor agradablemente me pidió que fuera a “hacer relaciones” con Juan de las Pitas, el que presentaba su libro. Yo “amablemente” me dirigí a él y tuve que escuchar su garigoleada conversación acerca de la estructura de su libro, de donde le salió la inspiración, que pensaba usar el narrador auto-diegético, que mejor uso el de segunda persona, por que como es más difícil de usar se vería bien master, que X, Y y Z, que Alfa, Beta y Gama. Por suerte Laura apareció en escena a salvarme de morir de aburrimiento, sólo para tener una peor muerte. Como era de esperarse ella estaba caliente y yo con un animo de perros, con ganas de sacarme todo desde dentro y volcarlo todo sobre la mesa. Pero ella no quería notar mi estado, pensaba que sólo estaba un poco ebrio (acepto que esa la intención inicial de haber ido a la fiesta) tanto así como para escaparnos por ahí y hacer de las nuestras. Me llevó al cuarto de servicio o cualquier otro cuarto que haya sido, sólo para continuar sus caricias y terminar de desnudarme, no tengo idea de donde rayos salió un condón o si en verdad lo hubo, sólo tengo breves periodos de lucidez donde puedo verla como se mueve lujuriosamente, como se recuesta en la cama, como abre completamente sus piernas, como termino montándola y como en breves minutos pierdo mi erección, lo que sigue preferiría no recordarlo pero es lo más lucido.

Ella nota que he terminado, que egoístamente lo he hecho sin siquiera importarme que ella aún no había empezado, aún puedo notar perfectamente mi cara de malicia sonriéndole, ella extrañada me dijo que me amaba y que eso no le importaba, yo me acerqué a su oído lentamente, sin dejar de penetrarla, ella me miró extrañada hasta que llegué a su oreja y susurré a su oído: “Zorra”. Ahí todo fue perfecto, ella comenzó a querer quitarme de encima, sin éxito, pidió que la dejara ir mientras yo perfectamente sentía mi erección cada vez más grande. Trató de morderme el cuello, fallando pero a la vez arañando mi espalda. Yo seguía como un lobo tratando de devorarla, de herirla, de hacerla explotar desde dentro. Cada vez la veía más suplicante, podía sentir como en verdad le dolía, como tenía ganas de llorar y seguía tratando de alejarme, pero no pudo hacerlo y sólo le quedo sentir como yo tenía un orgasmo con su cuerpecito. Terminé y me levante de su costado diciéndole que había estado perfecta, “déjame en paz” me dijo con una cara que estando sobrio no quisiera volver a ver jamás, terminó de vestirse con las lágrimas rodando por sus mejillas y su cara encendida. Como despedida lo único que obtuve fue un “Ella se enterará de esto”. Después de eso, toda la fiesta estuvo aburrida, tanto que sólo recuerdo que llegue a la casa y tuve que recostarme boca abajo, ya que mi espalda aún estaba sangrante. Debo admitirlo por enésima ocasión, el sexo en cualquiera de sus presentaciones, es genial.

Día 5 (Sindrome de Abstinencia)

Tuve extraños recuerdos durante el transcurso de la mañana, por una parte tuve visiones de cuando estuve en la montaña y veía vividamente como me había quedado contemplando el horizonte. Por la otra recordaba como había sido todo con Laura, desde que estuvimos en el café hasta que se fue por la mañana. Incluso recordaba perfectamente el último día que estuvimos juntos tú y yo, con detalles acerca de tu vestido, tu blusa, tus aretes, esas “cosas sin importancia” que siempre olvido. Pero no podía recordar como volví a la casa, cómo había terminado en la cama y como era que tenía todo el cuerpo lastimado.

Recostado en la cama teniendo todavía la cabeza con las ideas revueltas miré hacia tu lado de la habitación. Ahí estaba tu bata de seda con tu nombre bordado como una señal de tu ausencia. Me acerque a tu cómoda y abrí cajones al azar, ahí estaban esas pantimedias que te compré para la cena elegante de hace un mes, el brassier que a pesar de que estaba manchado –por libidinosas razones- guardabas para seguirme manipulando a tu antojo. Estaba también el osito de peluche que te regale un día después del día del amor y la amistad, suponiendo que así rompíamos con la tradición de hacerlo ese día. Encontré esa carta que te escribí hace un año, la que por fin te conquisto después de seis meses de insistencia, tuve ganas de recordar todo lo que te había dicho entonces, pero me pareció inapropiado leerla al no ser yo el destinatario.

¿Desayunar? ¿Escribir? ¿Corregir? En realidad no tenía ganas de hacer nada, por fin me faltaba mi musa inspiradora que me motivara a vivir. Claro que encender un cigarrillo sin importar mi estado emocional siempre es posible, así que salí a tu balcón favorito para fumar un poco. Aún recuerdo la primera vez que hicimos el amor en este balcón, tuve tanto miedo de que pudieras caerte si no te sostenía con fuerza o talvez lo que me dio miedo fue la cara de satisfacción que tenías al verme a mí hacerlo, entre preocupado y en verdad aferrándome para amarte.

La fantasía ha pasado y el cigarrillo está por la mitad, pero tu ausencia sigue en el aire. De repente me golpea, comenzando a marearme, a distorsionar mi vista y darme un terrible sentido de desorientación. No estás aquí, no me has llamado, no me has contactado y yo aquí sin saber nada de ti, sin preocuparme, sin extrañarte, como si no hubieras sido la persona más importante de mi vida en todo este año. Probablemente estarías pensando en que me he olvidado de ti, en que en 5 días sólo te he dedicado un par de palabras sosas sin contenido, en lugar de decirte que te quiero, que te extraño, aunque fuera el típico cliché de pareja geográficamente separada.

Por otra parte, puede ser que tú en verdad te la estés pasando en grande en Francia, después de todo bien se sabe la fama de los francesitos, probablemente ya te hayas ligado a uno o dos, practicado el menage a trois, puede que en este mismo momento él te esté follando y yo aquí de pendejo acordándome de ti. No has llamado ni una sola vez, ni un mensaje, un correo electrónico. Acaso ya no me quieres, digo, las leyes de la decencia dicen que aun una unión libre tiene derecho de enterarse de las porquerías que está haciendo su pareja. ¿Por qué? ¿Por qué me traicionaste con un francesito cualquiera? A menos que en verdad no sea un francesito cualquiera. Que tal que tus padres al saber bien que no les agrado te tendieron una trampa y te reunieron con tu exnovio, su prospecto de hijo favorito. Probablemente ellos mismos te hayan dado los condones, la cama y la cena romántica para que cayeras. ¡Coño! Y me preguntas por que odio a tus padres. No, no puede ser posible, no puede ser que lo hayas encontrado de nuevo, no quisiera ni pensarlo. No puedo creer que seas tan zorra.

Mi estomago termina vaciándose en nuestro baño, un poco de sangre escurre por la porcelana blanca, probablemente sea efecto de la falta de comida, probablemente estoy muriendo por dentro a causa de tu traición. No, no puede ser que me hayas traicionado. Durante más de un año te he dado a entender que eres lo más importante para mí. Estoy seguro que me extrañas, que bien estarás sufriendo por mí. Sí, me extrañas y en este mismo momento estás violentamente gritando mi nombre mientras tienes un orgasmo con tus manos. Sé que quieres sorprenderme, eso es lo que pasa, quieres fingir que no quieres que sepa nada de ti, pero el día que regreses tendremos sexo como locos, nos encerraremos dos o tres días sin nada más que hacer que comernos el uno al otro. Si eso debe de estar pasando, es otro de tus juegos, quieres hacerme que me coma las uñas, que comience a volverme loco, que me pregunte con quien estarás, incluso engañarme diciendo que te acostaste con otro, todo para que yo te demuestre cuanto te quiero. Y lo haré, a tu regreso te mostraré todo mi odio convertido en sexo, toda la pulsión de Thanatos en el momento del Eros.

Ya es de noche y el teléfono no ha sonado, claramente te dejé el mensaje de que quería hablar contigo, correo electrónico, llamada a casa de tus padres, mensaje a tu celular y sigo aquí esperando a que el teléfono suene. ¿Qué rayos estarás haciendo? ¿Acaso no me extrañas? Y luego te enojas cuando pregunto por ti y me llamas celoso, me dices que no debería preocuparme, pero son precisamente estas situaciones las que me hacen sentirte así. Digo ni siquiera me molestaría que fueras una zorra si por lo menos fueras honesta, pero ahora… ahora tendré que castigarte cuando regreses y que no vuelvas a olvidarte de mí, por que yo soy la persona que más te ama en todo el mundo.

Día 4 (Sindrome de Abstinencia)

Debería haberme levantado tarde pero la discípula seudo-intelectual a mi lado se robó mis cobijas. Pasé toda la madrugada cuestionándome acerca de los problemas morales –tal vez hasta legales- de tener sexo con ella, por otro lado, estuve tratando de apartarla de mi lado ya que es una de esas personas que incluso dormidos les gusta seguirte abrazando. No me quedó más que levantarme al baño a deshacerme de las ganas de orinar, ya que el frío no me dejaría dormir pasé a lavarme las manos y preparar desayuno para dos. Dudé acerca de despertarla, dudé también si debía decirle que se fuera o portarme como un caballero y que se quedara cuanto quisiera, lo que más dudé es si querría volver a hacerlo y que tanto podría extorsionarme en caso de yo negarme. Por fin terminé despertándola, tengo que aceptar que es de esas personas que aún recién salidas de la vigilia se ven radiantes. Me besó apasionadamente, me deje llevar sólo un poco y le advertí del desayuno. Comimos de forma bastante incomoda: yo no quería hablar y ella no quería parar de contarme detalles personales; creo que si hay algo peor que tener sexo con alguien que no te importa es que esa persona decida al día siguiente contarte toda la historia acerca de su vida.

Terminando el desayuno decidió tomar un baño, no pude negarme, por lo menos alcanzaría a dormir unos minutos en lo que salía. Caí profundamente dormido, ella salió del baño, se recostó a mi lado, me acarició, me acerqué a su cuerpo, estaba desnuda y terminé durmiendo en medio de sus pechos. De todo esto me enteraría un par de horas después cuando por fin despertara en sus brazos. Me dijo que tenía que irse y que nos veríamos luego, que le encantaba a sobremanera y que quería volver a tenerme dentro.

Ya era un poco tarde pero sabía que tenía algo que hacer. Tomé un baño bastante rápido –descubriendo que Laura había dejado su ropa interior en mi baño- las llaves del auto, cerré la casa sin siquiera volver a asegurarme que efectivamente estuviera la puerta asegurada. Compré una comida rápida en el camino (fast food, fat food que le llaman) sólo para amortiguar el golpe de los cigarros que venían. Este tipo de viaje normalmente lo haría de manera más natural, sin cigarros y caminando, tal vez en bicicleta, lo cierto es que me urgía llegar, subir a la montaña y sacar todo de mi sistema, olvidar otro fatídico día.

Llegué un poco antes de la puesta de sol, el automóvil lo dejé perdido al igual que los restos de mí y me senté tranquilamente a perderme en el vacío. Mi lugar favorito siempre causa ese tipo de cosas, el ver la ciudad desde arriba combinada con la naturaleza restante que la rodea: es toda una espiral para perderse. Un cigarro, otro cigarro y las horas sin notarse, uno puede llegar a perderse tanto que no pueda notar cuando el Sol ya se ha ido, cuando ha dejado de mirar las nubes y ahora ve las estrellas; puede perderse tanto como para no darse cuenta que los cerros cambian y se convierten en fantasmas del pasado, que la luna comienza a gritarle a uno sus faltas; puedes llegar a parecer un lunático, creer que eres un lobo, quitarte la ropa, correr desnudo por todo el lugar, herirte los brazos, la espalda, los glúteos, las piernas, los pies, la cara y ni siquiera saber como. Todo puede pasar en el espiral, todo excepto morir, todo está permitido, todo se puede lograr. Para que funcione sólo es cuestión de creerlo. Lo único malo de entrar en él es que uno en realidad sigue siendo funcional, puede estar completamente dentro, pero seguir actuando como cualquier persona “normal” lo que causa que uno aparezca nuevamente en su cama, desnudo, exhausto, lastimado, herido, tratando de reubicarse en su realidad y sin tener fuerzas más que para cerrar los ojos e intentar dormir.

Día 3 (Sindrome de Abstinencia)

Otro día levantándome temprano. Extrañamente tomo la rutina de una persona normal, común, corriente, ordinaria, de esas que no usan más de un adjetivo cuando describen alguna situación o cosa. Preparé el desayuno, huevos revueltos con jamón, jugo de naranja, pan tostado, realmente aparentando ser una persona normal –cosa que sólo los nuevos en el público podrían considerar real- cosa que ni si quiera el mismo desayuno se tragaba. Terminé a tiempo justo para tomar una ducha, hacer un par de llamadas y quedar con unos compañeros del gremio de escritores.

Lo típico: llegar al café, sentarnos el extenso grupo –que normalmente es de 6 miembros aproximadamente- pedir sólo tazas, nada de comida; sacar aproximadamente una cajetilla por miembro de la reunión, además de los típicos libros aunque a veces sólo sirvan para farolear y como siempre, cada quien apenas se acomoda comienza una discusión acerca de la filología, filosofía, literatura, historia o cualquiera sea su materia estudiada y trabajada y rebuscada con la que tratara de abrumar a la persona que tiene a su lado, que guiándose por un estándar de categorías no escritas decidirá si es de la misma calidad que su interlocutor y responder a sus discusiones, si su calidad es la de un simple discípulo se limitará a tratar de lanzar un par de comentarios asertivos, pero a pasar la mayor parte del tiempo diciendo cosas del tipo “sí es muy cierto”. Si fuera de una calidad mayor, entonces sólo tendría que intercambiar un par de palabras para hacerlo callar, generalmente, en ese tipo de discusiones se deja hablar al otro por un rato y llegando el momento del hastío, un simple gesto termina con todo y se sigue tomando café.

Por suerte a mí me tocó al lado de Laura, esa chica que siempre me anda idolatrando, regresamos a lo habitual, mientras mi discusión con ella es un continuo asedio de preguntas acerca de cómo va mi novela, que si tengo novia, que si la vida sexual, que si yo soy tan abierto de mi mente, que si la brecha generacional, que si no tomo discípulos, que si mi obra es genial, que si puedo leer sus cuentos para darles una corrección, que si luego la invito a mi casa. Claro que eso sólo es una pantalla, yo sé que ella sabe que en verdad yo no la creo estúpida como las demás, creo que ese detalle es el que realmente la enciende, que alguien de mi categoría este interesado en ella. El día de hoy discutimos de nuevo respetando las apariencias para con el grupo, pero a la vez, ella no desperdició la oportunidad de tenerme solo para sacarme una invitación a un bar que bien sabe no es frecuentado por el gremio. Por mi parte acepté, probablemente esa nueva carne sería deliciosa.

El bar estaba frenético chingándose mis oídos, pero bueno, la cerveza es barata, la sala privada nos había salido casi gratis y sólo estaba Laura comiéndome con sus ojos sabor canela mientras trataba de sacarme plática entre todo el ruido. Un par de choros más acerca de trivialidades bastó para que pasaran un par de cervezas y ella estuviera lo suficientemente desinhibida como para besarme salvajemente, tomarme de los cabellos y acercarse más y más a mi cuerpo. Tuvimos que salir corriendo al departamento cuando me di cuenta que ella ya no tenía su blusa encima. Sin más formalidades que la pasión entramos al dormitorio, la desnudé, me desnudo, la penetro, ella se abrió, me dijo que siempre había soñado con eso, que le gustaba, que le encantaba, afortunadamente no juró amarme… eso hubiera arruinado el orgasmo que de por si no había sino nada espectacular. Ella insistió en quedarse a dormir ahí conmigo, yo en que me dejará por lo menos quitarme el condón. Después de un rato de discusión ella termino dormida abrazándome, yo fumé un cigarrillo con mi mano libre y me preparé para una larga noche sin poder dormir cómodamente, pues bien sabes que nunca me ha gustado dormir acompañado.

Día 2 (Sindrome de Abstinencia)

Desperté temprano nuevamente, una erección se levantaba en las sábanas de mí, nuestra cama, no habiendo nadie, sin tener que dar explicaciones, me levanté directo a la computadora (que seguía encendida) a leer un poco de relatos eróticos. Un par de ellos, que a pesar de su mala calidad terminan excitándome, hacen que encienda un cigarrillo y decida escribir uno propio. Puedo usar mucho material, el erotismo es prácticamente infinito, sin embargo, prefiero recurrir a tu recuerdo, es algo que la verdad me enciende. Recuerdos tengo demasiados, esta vez escogí la ocasión en que logré convencerte de vestirte de gothick lolita y hacerla de femme fatale enfrente de nuestros invitados. Era divertidísimo como fingías la voz, te contoneabas, como D… se te quedaba mirando creyendo que no lo notaba, sobretodo cuando hacías esa peculiar maniobra donde se veían un poquito tus panties debajo de tu minifalda. Perfectamente puedo describir una y otra vez lo que vino después, desde el momento en que todos se fueron, hasta el momento en que hiciste esa mueca específica, que hasta ahora sólo he descubierto en tus orgasmos.

Debo decir que aún después de terminar de hacer el amor con tu recuerdo seguía tremendamente excitado. Al parecer no es lo mismo sin tu cuerpo, a pesar de sólo ser dos días sin ti. Sólo me quedó tratar de concentrarme en otras cosas. Volver a escribir sobre mi historia del chico, intentar corregir tus textos, hacer el desayuno, comerlo, fumar… Para terminar tomando un baño y auto-erotizarme nuevamente con tu recuerdo. Pensar que quería estar solo y sin pensar en ti, pero mi libido siempre ha sido caprichoso y tú, su victima favorita.

Quise salir a la calle, pero no tenía razón para hacerlo. Te llamé, fingiendo la mayor naturalidad posible, sólo para dejarle un mensaje medianamente cachondo a tu contestador automático. Maldito libido me parece que hemos tenido demasiadas discusiones acerca de cuanto odio a mi metabolismo cachondo, lo peor de todo es que esas discusiones la gran mayoría de las veces terminan en la cama, las demás, en lugares más exóticos como la cocina, la bañera, el sofá, el jardín… Pensar que alguna vez odiaste el sexo.

Así pasé todo este segundo día, pensando que sería el que más te extrañaría. Tantas veces que te lo he dicho, el sexo es una cosa peligrosa, pero no lo había sentido hasta estos días de separación. Pensar que faltan muchos otros sólo me hace sentir un poco peor o tal vez sólo sea el no haber salido de casa en dos días. De cualquier manera, tuve que hacerlo una vez más antes de dormir. Seguramente tú estarías burlándote desde tan lejos sabiendo que ya sólo puedo hacerlo pensando en ti.

Día 1 (Sindrome de Abstinencia)

La noche anterior fui a despedirte, nuestra primera separación en casi un año de relación. Debo decir que desperté temprano como era mi costumbre –antes de conocerte- a encender mi respectivo cigarrillo. Al dar la última bocanada ya tenía la computadora encendida, pensé en trabajar un par de horas en esa novela que desde hace años te venía contando, tardé tres párrafos en recordar que debía realizar correcciones en tu respectiva obra literaria por lo que mejor decidí desayunar.

Al mediodía comía vagamente los restos de la noche anterior mientras hojeaba ese libro que hace meses empecé a leer. Podía hacer lo que quisiera sin tomarte en cuenta, salir, conocer un par de chicas, disfrutar nuevamente de carne fresca. Tal vez otro día, hacía tanto tiempo que no estaba solo que necesitaba aprovechar.

Mientras el cenicero se iba llenando cada vez más de colillas, yo escribía mi historia acerca del chico esquizofrénico que cada día se pierde más entre la realidad, sus escritos, las mujeres, las alucinaciones, las visiones ajenas y la historia misma. Simplemente escribiendo sobre algo que conozco bien. Después de un par de horas, encendí el televisor, me senté frente a la computadora y fingiendo trabajar o tal vez entretenerme –una actuación digna de mi público recurrente- encontré esa imagen, que venía buscando desde hace bastante tiempo. Con sólo mirarla me encerré completamente en mi espiral, olvidando absolutamente todo el día, olvidando tu persona, olvidándome a mí mismo.

Cuando desperté, ya estaba dormido sobre mi cama, terminé de desvestirme, encendí un cigarrillo, fumé bocanada tras bocanada concentrándome profundamente y sin pensar realmente en nada. Consumiendo el último tanto de tabaco caí rendido.

Luís

Las ventanas están cerradas, el polvo se ha acumulado en cada rincón, se respira un fuerte olor a humedad y la oscuridad reina en todo el recinto. Éste es pequeño con el techo bajo; el acabado de ladrillo en las paredes refleja la realidad de una familia pobre.

Él, Luís, a pesar del frío y el sentimiento de soledad no ha salido de la casa en un tiempo, sigue esperando a que regrese su madre. Ellos siempre han sido humildes pero el amor nunca les ha faltado. Hubo un tiempo en que su padre, hombre tierno y cariñoso, vivía con ellos, jugaba con él y eran felices, pero un día desapareció. Luís nunca supo porque él se fue. Aunque mamá siempre maldecía al alcohol.

El pequeño también tiene amigos, niños como el chicles, risueño y chimuelo, el sapo, con sus peculiares ojos saltones, el mocos, Daniela y por último, María, la niña que un día sería su esposa. Aunque últimamente nadie lo ha visitado.

El frío de Luís cada vez es peor, a pesar de que se ha abrigado cada vez más. Tal ves está enfermo. Por otra parte, ha pasado tiempo desde su último bocado y siente el hambre cada vez más canija. ¿Por qué mamá tarda tanto?

Pequeños ruiditos se escuchan al fondo del cuarto. Luís afina el oído y comienza a buscar la causa peculiar fenómeno. Tras hurgar un poco entre cajas, ropa y demás chácharas, el culpable aparece. Un ratoncillo gris, pequeño, tierno y curioso estaba comiendo felizmente un pedazo de pan viejo, hasta que fue encontrado por Luís. “Que raro” piensa Luís “tiene una mancha negra en su orejita derecha, como la que tenía Miguelito”. El roedor huye poco después del encuentro.

Miguelito fue la primera mascota de Luís, lo encontró un día en que la pequeña criatura hurgaba en la alacena, desde entonces fueron inseparables, él lo alimentaba y el ratoncillo le agradecía con sus tiernos gestos. Era una verdadera y bella amistad. Claro que su madre no aceptó a Miguelín en la casa. La inocente criatura fue muerta en una cubeta.

Un triste semblante atravesó la joven cara de Luís al recordar a su amigo, pero un ruido en la puerta principal de la casa interrumpió el momento. ¿Quién podría estar en la estancia? Fuera quien fuera, respiraba aceleradamente y titubeaba en entrar al cuarto de Luís. La espera se vuelve estresante por lo que Luís decide darle fin a esto.

-¿Mamá eres tu?- interroga Luís al cuarto contiguo

-Disculpa molestarte...- contesta un pequeño niño de manera un tanto nerviosa.

-Adelante, puedes pasar- dice Luís feliz de que por fin alguien decide visitarlo, aun cuando sea un desconocido.

-Hola... yo soy Juanito- dice el niño al momento de traspasar la cortina que sirve como puerta del cuarto.

-Yo soy Luís.

-Sí... ya lo sabía... bueno mi amigo Jorge me dijo que viniera y te preguntará si quieres salir a jugar...

-Lo siento pero, estoy esperando a Mamá- Con lo que da por terminada la charla y Juanito se retira.

Luís siente cada vez más el frío, el hambre y la humedad comienza a hacerlo sentir enfermo, esta aburrido, no, mas que aburrido esta preocupado, pues mamá no regresa ¿hace cuanto se fue? Lleva solo unas horas afuera y dijo que iría a la farmacia, sólo iba por la medicina y regresaba, Luís tiene que recibir esa medicina pronto, al menos eso dijo el doctor.

-¡Mamá, que bueno que ya regresaste!

-Hijo, oh hijo cuanto lo siento.

-No importa mamá, realmente no tardaste tanto, estuve esperando y tuve con que distraerme.

-Ay hijo, te dije que regresaría pronto, pero yo se que me tardé, es que me costaba mucho trabajo regresar.

-Tranquila mamá, no pasa nada, no te preocupes, estando contigo no tengo de que preocuparme.

-¡Oh! hijo perdóname, realmente todo fue mi culpa.

-Mamá ¿que dices? Tú no tienes la culpa de nada.

-¡Oh hijo cuanto lo siento!

Su madre deja caer la medicina al suelo, las pastillas caen suavemente mientras el jarabe se rompe al contacto proyectando su contenido en todas direcciones. Ella sale corriendo de la casa, mientras, una lágrima corre por su mejilla. Luís se pregunta porque mamá hace eso todos los años, mientras toca su pecho y siente la herida que nunca sanará.

Lucky Break

Estoy por enésima ocasión en el mismo café, tomando la misma bebida de siempre —un capuchino con cinco cucharaditas de azúcar—, con mi libro de uno de mis autores favoritos, “dos crímenes” de Jorge Irbagüengoitia. Apago mi cigarro, para sacar uno nuevo, de mi habitual cajetilla, con la usual marca extranjera, todo para recibir un espectáculo, que lleva días siendo casi el mismo: verla a ella. Ella se encuentra en el edificio de enfrente, fumando de sus cigarros, mentolados, de otra marca extranjera, viendo las mismas noticias catastróficas en el periódico de siempre. Yo finjo leer, mientras imagino como me besarían sus labios, que se sentiría tocar uno de sus senos, amanecer con ella; con ella sin maquillaje, sin medias, sin su típica minifalda, así: naturalita. Ella llega siempre a la misma hora, a las diez de la mañana y como siempre, soy de los pocos clientes en el café de enfrente, hace demasiado frío como para estar en una mesa al aire libre; pero todo sea por ella (por ellas), aunque no sepa quien soy (aunque mal paguen).

Cambia de hoja del periódico y da un sorbo a su café; mientras tanto, yo, imagino las palabras con las que voy a dejar sacar mis secretas intenciones: “Hola, no me conoces, ni yo a ti, pero te he visto demasiado y quería que dejáramos de ser extraños, tu eres… y yo, yo soy Eco, soy el eco que besara tus pasos, el eco que aprisiona tu aliento y que atesora tus recuerdos. El eco, ese que sentiste aquella noche, en que uno de tus orgasmos intelectuales llego misteriosamente, sin previo estimulo. Soy tu eco, y tu no te habías dado cuenta, amor mío.”

Ella me invitará a su casa, diciéndome que soy lo que ella siempre había deseado, con mi cabello negro, mis ojos oscuros, mi espíritu rebelde, mi capacidad de retraerme del mundo y nuestra compenetración sexual, que no tardara en descubrir. Entraremos a su hogar, descubriendo que tenemos los mismos gustos, nos encanta la misma música, ambos acostumbramos escribir, leemos y nuestros autores favoritos coinciden; incluso, ella es noctámbula como yo y en cuanto a romanticismo es igual, incluso, más romántica que mi persona.

Pasamos a su cuarto, ignorando el típico recorrido por la casa, ella me confiesa que durante meses había estado deseado hablarme y conocerme, pero dudaba en lo que yo pudiera decirle, incapaz de soportar el rechazo. Amor, nunca te rechazaría. Ella acepta mis palabras como una verdad universal, adornándolas con un sello personal, único, diferente y delicioso, demasiado complicado, a pesar de sólo ser un aglutinamiento de labios y lenguas. De ese beso surge todo, por ese beso, sus ropas caen al suelo, por ese beso, me importa poco desnudarme ante ella, a pesar de ser un poco obeso y tener una que otra cicatriz desagradable; así, como creer que estaba enamorado de otra mujer segundos antes de pararme de la mesa del café; le muestro todo, tanto así como los rincones de mi cuerpo que se esconden hasta del sol, como todas las verdades que cruzaron mi mente desde la primera vez que la vi hasta este momento. Ella me corresponde, no sólo abriéndome la verdad de su existencia, de sus ex amantes, de su ciudad natal, mostrándome su lunar coronando su dulce espalda, así como esa cicatriz que tiene en su rodilla por un accidente de la infancia; sino también, abriéndome sus piernas.

Ora le masajeo un pecho, mientras le digo cuanto la he deseado; ora me acaricia en la entrepierna, diciéndome que ella me esperaba igual. Mientras la embisto cada vez más intensamente, ella comienza a arañarme la espalda, a morderme, conteniéndose por no gritar; yo a su vez respiro su cabello, cuidando muy bien el recordar su esencia, contemplo su cara, con muecas cada vez más entusiastas por el orgasmo que se acerca, su respiración se vuelve entrecortada, mientras me dice cuanto me quiere o me dice cosas sucias, cosas excitantes o cosas sentimentales, mientras ella se convierte en una santa o en una puta, ella termina convirtiéndose en Ella; mientras yo, la penetro dulcemente o salvajemente, la desgarro o la froto con delicadeza, la araño o la sobo, le digo que la amo y le digo que la odio, termino convirtiendo en esa mítica figura que ella siempre espero, termino siendo Él.

Ella me dirá que me ama, como una exhalación, al momento de llegar su orgasmo; esto sólo unos segundos después de que yo le haya dicho lo mismo, mientras mi esencia llega a sus entrañas. Su respiración comenzará a regresar a la normalidad, mientras mi esencia se torna flácida; su cara reflejará una agradable sonrisa, mientras yo recordaré una estúpida cancioncita que repentinamente llegará a mi cabeza; ella me preguntará por enésima vez que si la amo… yo le contestaré, como siempre, que la amo y que no quiero vivir sin ella. Nos separaremos, nos recostaremos en su cama y nos dormiremos y nos soñaremos el uno al otro.

Para este momento, ella ya esta pagando su cuenta, yo apago mi cigarrillo, tomo mi libro, me paro de la mesa (ya habiendo yo pagado la cuenta), la veo salir y comienzo a seguirla. Al llegar a la esquina de la calle, la alcanzó y le hago la pregunta —Disculpa— ella voltea a verme con cara de sorpresa, seguramente por reconocerme, cosa lógica después de tantos días de haber estado “frente a ella” — ¿Tienes fuego?

Una noche cualquiera

Un hombre llega a una farmacia a media noche, la cual esta en servicio las veinticuatro horas. La calle esta desierta pues es un día lluvioso y en el establecimiento solo se encuentra una joven de unos veinte años. Ella lo atiende por medio de una ventanilla –por razones de seguridad-.

– Buenas noches, disculpe ¿me podría vender unos curitas?- pregunta el hombre que fijándose bien, es algo curioso, pues parece un campesino por las ropas que lleva, y sin embargo su acento no corresponde al campo.

– Pero señor, usted esta muy mal- dice la joven al notar que al hombre le cuelgan – literalmente – las entrañas por fuera de su vientre.

– Por favor véndame los curitas, le aseguró que tengo el dinero para pagarlo y, son lo único que necesito.

– ¿Qué dice? ¿Lo único que necesita? Pero señor si usted debería estar en urgencias en el hospital-

– Por favor señorita no se haga de rogar, le juró que me los da y dejo de molestarla- la señorita, simplemente siente que tiene que cumplir con los deseos del señor, por lo que le entrega la caja de banditas al hombre.

– ¿Cuánto va a ser?- Pregunta el hombre.

– Son doce pesos – contesta la señorita, y el hombre le entrega un billete de veinte. Antes de que ella regrese de la caja a la ventanilla, él desaparece en el horizonte, con lo que ella exclama:

– Caray, olvido su cambio.

Txm

Me dices que no vas a volver, mientras tus palabras comienzan a volar con tus recuerdos, esos recuerdos que cada vez se van alejando por el cielo como si fueran las gotas que lentamente resbalan en mi ventana. La lluvia adorna el día de hoy, justo como el día en que partiste con tus maletas, tus reproches, tu seno conciliador, tus cartas, tus versos, tus manos y mis recuerdos, todo se fue contigo en ese boleto del tren que te llevaría a tu destino.

Me dejaste una fotografía donde estoy tan cerca de ti, abrazándote de tal manera que pareciera que nunca te iba a dejar ir. Me dejaste tus manías de no romper espejos, de no decir mentiras piadosas ni aceptar propuestas indecorosas. La forma de preparar el café también fue obra tuya, así como el dejar siempre la puerta abierta por si se presentaba la oportunidad de que regresaras.

Ahora todo es frialdad, en el trabajo la gente nota mi falta de estímulo cuando de casualidad se topan con mis manos frías y mi sonrisa congelada. Pero el calor sigue estando en algún rincón de mi cuerpo, esperando a detener su paso y que el fuego se consuma hasta la última ceniza.

La comida se enfría elevándose hacia la libertad de mi ventana en forma de vapor, el humo la acompaña mientras la ceniza cae en el plato que no me decido a comerme, dejo que el cigarrillo se consuma a tal grado de quemar mis manos, sólo para poder comprobar que mi cuerpo sigue vivo.

Si tuviera un deseo, si tuviera un sueño, si tuviera un anhelo, si tuviera una ambición, una misión, una visión, una realidad, una oración, una canción, un poema, un verso, una frase, tan sólo un pequeño trozo de lo que me diste, pero todo se quedo atrapado en el mismo espejo que guarda tu reflejo intimando con el mío.

Sólo pido con lo que queda de mi voz que no regreses, no quiero que me mires a los ojos y observes como se consumió tu propio destino, no quiero que mires, que me adelanté a lo pactado, no quiero que tengas que ensuciar tus manos y después de ver seis metros abajo veas que mi rostro sigue intacto.

Tú me pides cosas raras

El otro día llegaste a mi lado, gritando, llorando

Me decías que no podías entenderme, quererme

Que estoy loco, dices tú, que madure, que cambie

Y aun así, regresas por mí

Y todo vuelve a florecer

Tu sonrisa vuelve aparecer

Sé que piensas, sólo un momento en mí

La luz se vuelve a encender y sé todo lo que podremos hacer.

.

Tú me pides cosas raras,

Me dices que no te quiera,

Me pides que no te busque,

Tú me pides cosas raras,

A pesar de ello te amo,

A pesar de ello te busco.

.

Tuvimos tiempos difíciles, cuando tuve que separarme

Tuvimos momentos tristes, cuando tú te alejaste

A pesar de eso, hoy volvemos a tomarnos de las manos

A pesar de eso, yo contigo quiero pasar sólo una noche más

.

Mis ojos te lo dicen, los tuyos lo confirman y tus labios quieren más.

Mi mano entre tus piernas, lasciva tu sonrisa, tu mano entre las mías

Los cuerpos se desbordan, los cuerpos se calientan y tú me pides más.

Todo sigue al éxtasis, me pides un orgasmo, te entrego yo mi alma

Y todo continúa y todo continúa hasta que ya no puedes más.

.

Me miras, me sonríes, me dices que me quieres.

Te miro y te sonrío y todo te lo doy.

Me dices al oído cosas tan extrañas.

Yo estoy acostumbrado a esas peticiones.

Me pides cosas raras y eso nunca va a cambiar.

.

Tú me pides cosas raras,

Me dices que no te quiera,

Me pides que no te busque,

Tú me pides cosas raras,

A pesar de ello te amo,

A pesar de ello te busco.

Te más quiero

Te más quiero, te más amo

Te más sueño, te más lloro

Te más, te más todo.

Cuando por las madrugadas, las luces espectrales entrando por mi ventana, ese extraño sentimiento de seguir dentro del sueño, el sudor corriendo vertiginosamente por mis sienes, el sabor intenso de sed en mi boca y la sensación del frío golpeando mi espalda.

En esos momentos, sólo puedo pensar… te más sueño.

En aquella noche de luna, de luna, de luna llena, en la que legamos a tu casa, a tu casa y de madrugada. Disfrutando de tu sonrisa y yo regalándote las mías; tu recostada en tu cama y yo callado en tu balcón y tu me miras de tal forma que yo creo planes que terminan desvaneciéndose en el aire.

En esos momentos, sólo puedo pensar… te más quiero.

Estamos todos en tu casa, todos sentados placidamente, charlando y disfrutando y todos esperando la llegada de aquél. Tenemos que irnos, todos nos despedimos de ti, y tú, sólo arreglada para él. Me despido y me voy, llorando y sufriendo, sufriendo y llorando, sólo por ti.

En esos momentos sólo puedo pensar… te más lloro.

Y ahora estoy solo, pensando en ti, mis pulmones respiran y mi corazón aun late, y seguirá latiendo, pero no con la misma intensidad, no con la misma intención, con alguna razón, no lo hará: si no estas aquí.

En esos momentos sólo puedo pensar… te más amo.

Y te más pienso y te más amo y te más deseo y te más lloro y te más digo y te más hablo y te más sonrío y te más quiero y te más extraño y te más siento y te más abrazo y te más sueño y te más escucho y te más beso y te más vivo y te más muero y te más… te más todo.

Sólo para tus ojos

Sólo para tus ojos

Quisiera escribirte doscientos treinta y siete poemas.

Componerte novecientas noventa y tres canciones.

Veinticinco relatos cortos.

Veinte de ellos eróticos.

Quisiera escribirte tres novelas.

Predecirte un par de futuros.

Describir millones de perfectos finales.

Y poner mi alma en cada letra hecha para ti.

Pero creo que no puedo hacerlo.

Al parecer sólo me tocó quererte.

Si me enamorara otra vez

Si me enamorara otra vez, me enamoraría de alguien rico, alguien que pueda comprarme al mundo, que tenga una casa grande y elegante, un carro del año, que me compre vestidos, flores, chocolates o cualquier otra cosa que se me ocurra pedir.

Si me enamorara otra vez, me enamoraría de alguien sabio, alguien que pueda explicarme el mundo, que pueda decirme porque el cielo es azul, que la luna no es de queso y sepa en realidad de que esta hecha, que me diga de donde venimos y adonde vamos.

Si me enamorara otra vez, me enamoraría de alguien poderoso, alguien que pueda mandar al mundo, que con solo una palabra pueda hacer su voluntad, que los caminos se abran a su paso y las paredes caigan por su deseo.

Si me enamorara otra vez, me enamoraría de alguien bello, alguien que pueda deslumbrar al mundo, con un cuerpo esculpido por los ángeles, un rostro al que no pueda comparársele un atardecer y unos ojos tan profundos, inspiradores y románticos como el mar.

Si me enamorara otra vez, no me enamoraría de ti…

Porque tú me amaste.

Sangre

Tres de la madrugada veinte minutos y tres segundos.

Sólo puedo escuchar las lágrimas correr, el pequeño silbido de la perforación y saber que todo terminará cuando ellos lleguen.

3:18 hrs.

Estás en brazos de él, mi mente se queda en silencio. Sólo…

3:17 hrs.

Por fin bajo de mi vehiculo, te distingo en el pórtico de tu hogar, con una silueta algo familiar.

3:05 hrs.

Sé que estás en la puerta, conozco perfectamente tus noches de vigilia… Lo pienso dos veces antes de que el alcohol pueda tomar mi decisión. Y, se siente tan fría.

2:48 hrs.

Después de terminar el acto sexual ella está dormida, perfecto momento para escabullirme, subo a mi auto y piso a fondo, sin necesidad ni siquiera de pensar en el camino.

2:17 hrs.

Hace las mismas expresiones que tú, tiene las mismas facciones que tú, huele igual a ti, sabe como tú, incluso sus gemidos son idénticos, no podré aguantar más este tormento.

1:36 hrs.

La mesera regresa, me recuerda un poco a ti, me invita a su casa, posa su mano en mi trasero, mientras salimos del bar y se sube a mi auto.

1:00 hrs.

El alcohol se me sube a la cabeza, estoy decidido en ir a buscarte, después de todo llevo toda la noche pensando en ti, recordando tu olor, tu figura, tus senos y sobretodo el sabor de tu boca.

00:37 hrs.

Se me acerca nuevamente la mesera, de manera un tanto falsa tira mi bebida sobre mí, ofrece mostrarme donde está el baño para ir a limpiarme, en el sanitario me lleva a uno de los cubículos, levanta su falda y me deja probarla.

22:54 hrs.

Nos sentamos a la mesa, saco una ronda cigarrillos, puedo notar que la mesera –bastante atractiva- me habla con una octava de tono más amable que a todos los demás. Pedimos las bebidas mientras me sumerjo en mi espiral.

22:26 hrs.

Después de estar tratando de convencerme por más de veinte minutos corro a ducharme, tomar ropa decente, fumar un cigarrillo, comer una pieza de pan y estar en el auto listo para buscar un poco de acción.

21:49 hrs.

Llegan mis amigos, me dicen que salga, que por favor no siga en lo mismo, que no puedo estar así. Tendrán que esperar a que salga de mi espiral antes de poder escucharlos.

14:58 hrs.

Acabo de despertar, froto mis ojos a causa de las lágrimas que quedaron atrapadas ahí. Enciendo un cigarrillo sin levantarme de la cama, mientras me sirvo un poco de whisky.

5:00 hrs.

Te escribo un último fragmento de poema que envío a tu celular, llamo un par de segundos mas tarde “apagado o fuera del área de servicio”. Mi pistola me mira fijamente desde su escritorio.

4:59 hrs.

Pensando en ti, decido que tengo que decirte de alguna manera como me siento.

4:23 hrs.

No lo tolero más, mi estomago no resiste y decide tirar todo lo que contenía en mi cesto de la basura. Me limpió con el dorso de la mano y vuelvo a recostarme.

4:07 hrs.

Estoy completamente mareado, la cama gira de forma frenética y no puedo parar las lágrimas.

3:39 hrs.

Por fin entiendo que es lo que quisiste decirme, entiendo todo lo que significa, por fin el golpe me alcanza, golpea directamente mi estomago, mi equilibrio, mi dignidad y mis ilusiones.

3:17 hrs.

Me confiesas todo, me dices que no volverás, que no vuelva a buscarte, que no te siga insistiendo, que te deje de querer. Mi corazón se rompe un poco más. Sólo un poco más.

Reunion

¿Qué fue lo que pasó anoche? Me pregunto horas después de que mi café ya se ha enfriado, rascándome la cabeza en mi sillón, con un cigarrillo apagado en mi boca y el Sol entrando cada vez más fuerte en mi ventana. Tomé un libro, encendí mi computadora personal y puse un poco de música, aún así los recuerdos fluyen como una vieja película en un antiguo proyector cuya pantalla es mi cabeza.

Te recuerdo cuando tocaba suavemente tus delicadas piernas mientras te retorcías justo como hace veinte años, como tu cabello se enredaba en mi muñeca, mientras trataba de desabrochar tu estorboso brassier de encaje negro, y como con cada beso sentía que querías deshacerme de tal manera que…

Te mueves en la cama, girando tu cuerpo un poco, pero continuas con el abrazo, no sé si han pasado un par de minutos o varias horas, de cualquier manera la habitación está oscura y yo no puedo dormir con el remordimiento de esta noche.

Llegando a la fiesta miré todos los rostros familiares, algunos ya casi desconocidos, otros presentes, como el de Fabián quien era mi mejor amigo y se convirtió en mi socio, también estaba aquella mujer que en primer año me deslumbro con su inteligencia, ahora con su marido y contando anécdotas acerca de sus dos hijos. Me ofrecieron un trago, un cigarrillo y en ese momento te encontré, más bien me encontraste con la sonrisa pícara de quien descubre a alguien que trataba de fumar a escondidas, además de que sostenías tu encendedor en tu mano, justo como si hubieses estado esperándome.

Me tomo el café de golpe y me decido a tomar un baño, en la tina mis pensamientos siempre han sido más fluidos, me recuesto y pongo a correr el agua a una temperatura agradable, cuando esta apenas está llegando a cubrir mi pecho, yo ya me encuentro pensando en ti.

Estando en la barra te decides a contarme de tu vida profesional, como te ha ido con la vida, donde has vivido estos años, pero nada de tu vida personal, yo por mi parte te cuento de mi ex-esposa y de algunas amantes, de cómo me encuentro sólo por la vida en este momento, sin familia, sin aspiraciones más que tratar de lograr otro best seller, como hace dos años.

Te mueves demasiado sin dejarme arrancar tan fácilmente tus ligeros, pero eso es parte del juego, me recuerdas lo sé, incluso tu cuerpo me recuerda, se acomoda pasivamente debajo de mí, mientras tu finges una inocencia demasiado falsa para tu edad y a la vez tan interesante como redescubrir las selvas vírgenes que ya han sido exploradas, pero ya sólo quedan vagos recuerdos en lo profundo de la memoria.

Abres los ojos, miras de un lado a otro, me ignoras un par de segundos en los que probablemente el “¿Dónde estoy?” pasa por tu cabeza, te trato de dar la seguridad de estar en mi casa y abrazarte, pero rehuyes al contacto y todo lo que puedes repetir mientras te levantas de la cama es ¡Mi marido! Cuando te pones las bragas ¡Mi marido! Buscando tu bolsa ¡Mi marido! Viendo las llamadas perdidas a tu celular. Sólo atinas a besarme apresuradamente antes de salir por la puerta principal de mi casa, dejándome de nuevo completamente solo.

No puedo recordar que fue lo que desató todo, estábamos en la terraza del salon de fiestas, yo hice algún comentario sarcástico, reíste y creo que fue cuando nuestros ojos se encontraron, nos besamos como la primera vez y me dijiste: ¿recuerdas cuando nos gustaba ser unos guarros?

Salgo del baño, siento el hambre causada por la noche de juerga, cuando voy rumbo a la cocina con sólo mi bata suena el mensajero instantáneo con la clásica advertencia “tienes un email”, es tuyo, tienes una foto de tu lunar que tanto me gusta y sólo preguntas “¿crees que podríamos vernos de nuevo?”

Real

La ansiedad me consume, sabía que este día llegaría en su momento y a pesar de eso no me siento listo, me quemó los dedos en el justo momento de que el cigarrillo llega a su fin y no me doy mucha cuenta de ello pues mi costumbre de fumador me entretuvo en sacar el siguiente. La espalda comienza a dolerme a causa de la superficie irregular de esta maldita pared en la que estoy recargado, pero no tenía donde más esperarte en está ciudad extraña, no porque no sepa moverme en ella sino porque todavía me desconoce, curioso fenómeno vivir por más de una década en una ciudad y ella no se acostumbre a ti.

Mi traje se mancha un poco por la pared pero sigue haciéndome lucir lo suficientemente atractivo como para que una joven que espera en la acera de enfrente se fije detalladamente, mirando mis ojos y mis manos, lo hace disimuladamente pero no importa parece ser de las que no les agrada mucho el olor a cigarro. Termina el cigarro, un par de vibraciones en mi pantalón, no necesito contestar, me estás esperando, un giro de llave, romper un poco la inercia, diez minutos después estoy tocando a tu puerta.

Primera reacción: felicidad.

Primera acción: beso.

Segunda reacción: sorpresa.

Segunda acción: separación de cuerpos.

Tercera acción: enojo.

Tercera reacción: puñetazo directo a mi mejilla.

Siempre trato de olvidar que tú eres una de esas chicas a las que no les gusta el cigarrillo.

Película: La trama de dos pubertos que se quedan solos un fin de semana, sin padres se sumergen en videojuegos, pornografía y comida chatarra. El problema radica cuando una joven vecina quiere hornear un pastel de cumpleaños y cierto repartidor de pizza.

Pero no, no vimos esa cinta, apenas estaban pasando las primeras escenas cuando notaste que un ritmo tan lento probablemente apresuraría las cosas. Animaciones japonesas, pueden resolver más de un problema: puedes entretener a los niños con ellas, deshacerte de más de un pervertido adicto a la pornografía que sólo pide más e incluso elaborar ensayos a partir del tema hablando de Japón como si realmente la cultura nipona se delimitara a un fenómeno tan peculiar como una simple animación.

La comida casera es la mejor, sobretodo cuando la comida casera se pide a un repartidor, lo que digo es que la comida rápida no es tan mala, sobretodo cuando decidimos ordenar comida china. Hablamos cordialmente en la mesa, preguntándome por mi carrera, mi familia, el automóvil, que tan cansando fue el viaje y por supuesto, cuantos cigarros fumé. Yo por mi parte te pregunte, por tus padres, por tu nuevo peinado y por supuesto por tu escuela. Nunca tocamos ciertos temas, casi nunca.

Día – crepúsculo – noche.

Cada vez la situación se tensa más, es evidente que hay algo que aún no salé a relucir, vas a encender la luz pero tomo tu mano y nos dirigimos a tu alcoba, en ese momento siento como toda tu energía se dispersa de manera caótica signo evidente de tu nerviosismo, tranquilamente me despido de ti con un pequeño beso pero me pides que me quede aprovechando que la casa esta sola mientras me jalas hacia ti y caemos ambos sobre tu cama.

Tiemblas un poco cuando me acerco a ti y con mis labios ardientes beso los tuyos que parecían estar pidiendo mi calor, pues al igual que tus manos que se cruzan frente a mi, están a punto de congelarse. Todo lo hacemos lentamente pues me mides el ritmo, no me dejas moverme tan libremente y en el momento que mis manos tocan alguna parte de tu cuerpo, sutilmente tomas la mano correspondiente con una de las tuyas y entrelazas mis dedos con los tuyos.

De momento me siento inseguro, espero sexo sexo sexo sexo

Y sí, el sexo no llegará, pues te pones de espaldas a mí, te abrazo por encima y tu pones mi mano en tu seno, quiero juguetear con tu pezón y suavemente me pides no… thumb thumb… thumb thumb… te beso la nuca y tú te acercas más a mi cuerpo, estoy seguro que está noche serás mía, sufro de una erección pero no parece inmutarte ni siquiera cuando me acerco más a ti, besándote con más insistencia.

Thumb thumb… thumb thumb… giras y una de mis manos queda atrapada bajo tu cuerpo mientras la otra la colocas nuevamente en tu pecho… thumb… thumb… un suave beso en mis labios y en ese momento caí.

El sol entra por la ventana como juez inquisidor tratando de encontrar la brujería que no fue cometida, al momento de abrir los ojos tomo conciencia de nuestra desnudez, seguimos abrazados y tengo miedo de haberte penetrado. Abres los ojos, me miras y sonríes, ningún asomo de otro sentimiento más que amor en tu mirada… un dolor, un pequeño dolor que no encuentro de donde procede, un pequeño olor a sangre esparcido por la cama, dentro de las cobijas, en nuestros cuerpos, me besas y el dolor se intensifica, me miras y se vuelve cada vez más evidente en ese momento tú eres la que toca mi pecho, una gota de sangre se queda en tu dedo y delicadamente la lames, al igual que mi herida, que cada vez arde con mayor intensidad, limpias mi pecho con tu lengua teniendo cuidado de no lastimar mi cicatriz.

El café huele delicioso cuando me lo ofreces con tus dos manos, poca azúcar y sin crema, el tuyo se ve más espumoso evidente efecto de la crema, después de unos segundos de silencio en el que el vapor del café se confunde con nuestra plática exclamas: “Este café es delicioso”.

Que bonita está la ciudad

Que bella es la ciudad, adornada por cadáveres mutilados, mi cigarrillo encendido proyecta el humo hacia mi cuerpo destrozado, mi mujer está a pocos pasos, lástima que ya no respire.

¿Quién tiene la culpa? ¿Los terroristas? ¿Mi gobierno? ¿Yo mismo? La verdad, eso no importa, sólo queda fumarme lo que me queda de vida y ver como se proyecta todo al vacío.

¿Si me volviera a enamorar? Lo pensaría si todavía tuviera piernas y quedaran mujeres decentes en esta bonita ciudad. Lo pensaría, si tuviera tripas.

Pronto

Quiero un helado o algo dulce, ¿Donde estás?, Pues voy rumbo para allá, Vale, ya nos vemos.

Bonita blusa Bonito beso ¿Adonde vamos? Caminemos por ahí Vale Que bueno verte Sí, sólo que no sé caminar así ¿Así? ¿así cómo? Así tú tomándome de la mano Si quieres te suelto No, sigamos Jejeje Que bonita te ves hoy ¿En serio? Aunque se te ve el bra Era para que tú lo vieras Oh… Jejeje Erhm, decías que querías un helado Sí ¿Adonde vamos por tu helado? Sólo caminemos por ahí Vale ¿Un besito? Los que quieras.

No me gustan estás colonias ¿Por qué? Pues están medio chacalonas, como que de cualquier lado saldrá alguien a asaltarte y no quiero ni decir que le harían a una niña linda como tú Vale Por lo menos no son las once de la mañana ¿Por qué dices? A Juan lo acaban de asaltar hace dos días a esa hora Ah, ¿y por qué hablamos de Juan cuando estamos en una “cita”? Por que no me besas lo suficiente jejeje.

Que onda, ¿la viste? ¿A quien? Era Denisse, que iba en la preparatoria con nosotros, Mmmmm ¿jugaba basket? Creo que sí Como que ya la recuerdo Está hecho un cebo Jejeje No como tú que te has mantenido bien bonita Ya, déjame y vamos por mi helado Vale, vale.

¿Y si venden helado aquí? Sí, ahí en el estanquillo y más para allá Entonces vamos No mejor ya no quiero nada Bueno… entonces como que mejor me voy Ya no seas así, mira te doy un besito y vamos por algo de tomar para conseguir el cambio Vale, vamos entonces

Vinimos por un helado y sólo compraste un chocolate y un refresco de cola ¡Chocolate! no sabes lo rico que es ¿tú no quieres nada? No gracias, con estar contigo ando feliz Cursi… Sorry No, está bien… ¿Y ahora que hacemos? Vamos a buscar un lugar oscurito para hacer cosas malas Erhm… Anda yo sé que lo quieres Pues… sí, pero… olvídalo Penoso, aún así me gustas Erhm…

Mira aquí está bien Pero pasan mis vecinos Pero en ese huequito no nos ve nadie Pero si nos ven pensaran mal Naaa, vamos Bueno, pero tendrás que hacer méritos Tú bésame y verás que todavía no he perdido el toque Cierto, no lo has perdido, pero te falta un poquito Un poquito como un besito en el cuello Aja, como ese besito que me acabas de dar y otra cosita Otra cosita ¿cómo tomarte así por la cintura y tomarte como si fueras mía? Sí, algo así esta bien, pero sabes que falta algo Claro, siempre y cuando no te importe lo que piensan tus vecinos Tú hazlo Vale

¿Qué haces? Buscando tu olor, estos días no lo he encontrado Eres raro Gracias Saca tu mano de ahí viene un coche No Maldita sea, no viste como se nos quedaron viendo Sólo te veo a ti Cursi Hermosa Cállate y bésame Vale, y sigo lo de las manos ¡Claro! Me encantan tus gemidos Ya cállate y continua Jejeje vale

¡Pinches moscos! Perdón, discúlpame Tú no tienes la culpa Pues sí pero con esa blusa y yo que no te los espanto Pero estás ocupadito en otra cosa Pues sí pero… Mira mientras hagas lo otro no me preocupan los mosquitos Entonces continuo Pero rapidito que ya casi tengo que ir a mi casa Claro, aunque tardadito sería más rico Eso lo haremos después Vale es una promesa.

Pues bueno, ya tengo que irme No te vayas Ya vamonos de todos modos hoy se le ocurrió salir a toda la gente y pasar por esta calle Vale, pero conste que después vamos a hacer algo más Claro que sí, todavía me debes un orgasmo Vale… jejejeje ¿Qué te pasa? Por fin encontré tu olor ¿Mi olor? Sep, mi dedito huele a ti Pervertido Jejeje vamos a tu casa, puede que no estén tus papás Quisieras Claro que lo quiero Pues ahora por tu comentario tendrás que esperar otro par de días Sí madama Así me gusta Esperemos que pronto… ¿Dijiste algo? No… pronto… pronto… pronto…

Outro lugar

El agua esta a punto de tocar los dedos de tu pie cuando te levantas y me pides que vayamos adentro, puedo reclamarte que es un día hermoso, que el sol y el agua están exquisitos, que me encantaría nadar contigo en ese momento, todo para que al final, ni siquiera entres en el mínimo contacto con el océano.

Entras al hotel, permanezco una fracción de segundo dentro del mar, sólo para darme cuenta que no tiene sentido seguir solo. Voy siguiendo tus pasos, la recepcionista me llama para confirmar mis datos, irónica situación tener que recordar datos inciertos, tan inciertos como lo que ha pasado.

Estás en el cuarto, te miras frente al espejo, tu maquillaje esta suavemente desaparecido, pero tus ojos me miran fijamente al momento de entrar, a pesar de que tu mirada llega a mí por el espejo sé que puedes verme. Realmente mirarme.

Tus manos sostienen las mías, mientras te recuestas sobre mí, un dulce beso, asfixiante, doloroso. Te mueves a un lado mío, cerrando tus ojos, tomas mi mano, la pones en tu pecho, tu corazón se acelera.

Mi cigarrillo está encendido, el humo sube estéticamente llevado por el viento, mientras disfruto de la panorámica que ofrece nuestro balcón. Sales del cuarto y al reunirte conmigo, tomas el cigarro, una bocanada y rápidamente lo arrojas al suelo, con un gesto singular lo pisas terminando con su vida inútil.

Sentada frente a mí, el ambiente se pone tenso, miras mis ojos, evito tu mirada, aparentando estar sumergido en mis pensamientos, por que nunca te dejo entrar a mi mundo interno. Rozas mi mano, pero todo me parece tan…

Frío, la noche es fría, nos recostamos en la cama, me abrazas, me alejo y giro hacia el otro extremo. Me abrazas por la espalda, mientras, sin que puedas notarlo, resbala una lágrima por mi mejilla y un pensamiento tranquilamente turba mi estabilidad.

A pesar de todo ser tan perfecto, lo sé, lo sabes, conoces mi pasado y yo el tuyo, a pesar de eso me permito todo esto, a pesar de aquello estás aquí y tomas de nuevo mis manos, mientras me acerco a ti, dejo que me abraces, por fin sientes la lagrima, resbalando hacia tu brazo, volteas a verme, pero sabes que no te diré nada.

“No te piques la nariz”

“No te tires pedos en la mesa”

“No hables con la boca llena”

“No estés pensando cochinadas”

“No eructes”

“No te toques ahí”

“No vas a salir con tus amigos”

“No tienes permiso de salir esta noche”

“No comas tanto”

“No veas pornografía”

“No mojes al perro”

“No te subas a la silla”

“No te sientes en la mesa”

“No escupas en la calle”

“No te estés tocando ahí”

“No mires así a tu prima”

“No te pelees con tu hermano”

“No chilles”

“No seas Maricon”

“No veas así a la mesera”

“No veas así a tu maestra”

“No estés soñando tanta cochinada”

“No estés de depravado”

“No me estés molestando”

“No prendas la tele”

“No uses el teléfono”

“No entres ahí”

“No estés tanto tiempo en el baño”

“No te sigas agarrando ahí”

“No seas cochino”

“No te rasques en la mesa”

“No te huelas las axilas”

“No estés dejando pelos aquí”

“No repruebes materias”

“No le respondas a tus maestros”

“No te comas mis chocolates”

“No estés de flojo”

“No te piques la panza”

“No seas como tu tío de pinche huevón”

“No seas grosero”

“No te tires pedos en mi cuarto”

“No molestes a tu papá”

“No estés de flojo en casa”

“No estés de vago en la calle”

“No me estés chingando”

Contando que el “No” nuestra mente no lo registra tan fácilmente como el resto de la oración, no me queda más que decir “Gracias Mamá”

La muerte del eco

Todo lo que yo decía él lo repetía, me seguía y yo ni siquiera sabía si era porque me admirara, porque yo le gustara o solamente era una inocente fijación por mí.

Me seguía y repetía, y repetía todo lo que yo decía, parecería que fuera una relación efímera, sin embargo, a mí me satisfacía que hubiera alguien que me imitara, que mis palabras valieran lo suficiente como para ser repetidas.

Compartíamos todo, pensamientos y oraciones, canciones y poesías, lecturas y charlas, todo… todo lo que yo decía. Simplemente lo amaba, entonces, ¿qué pasó?

Un día, un lamentable día de mi infancia, yo con plena inocencia insulté a la maestra, en voz baja, claro está, pero él no, él lo hizo a plena voz, la maestra me descubrió… todo terminaría mal.

Me harté, simplemente me fastidié, lo insulté y le grité, lo maltrate y le escupí, me enojé y me desesperé, lo ahuyenté y lo corrí, y él, y él, murió.

Luego, luego lo extrañé, no había quien repitiera lo que yo decía, antes… antes nunca estaba solo, y por más que yo le hablaba y le gritaba al vacío, ya nadie me contestaba en el silencio.

Fin

Mi vida se consume en este último cigarrillo.

Ya nada importa, todo está resuelto.

Me conozco a la perfección para ver el final.

Siento la mano que me lleva a mi destino.

Ojala no necesitara volver a respirar.

Solo.

Simplemente solo.

En el jardín del Edén

Estaba el árbol de la vida en medio del jardín del Edén cuando se le acercaron Adán y Eva a admirarlo. Suavemente tocaron sus hojas, admirando su imponente figura, disfrutando de su increíblemente afrodisíaco olor, estaban tentados a tomar su fruto cuando…

DE ESTE ÁRBOL SU FRUTO NO COMERAN

Adán y Eva asustados y temerosos del posible castigo se alejan dejando al árbol solo en medio del jardín. El árbol de la vida se quedó en silencio, entristeciéndose a cada momento, no le servía de nada tener el maravilloso poder de lograr lo que ninguna otra criatura en todo el jardín del Edén ya que quedaba terminantemente prohibido. En su soledad no notó cuando la serpiente se posó en una de sus ramas y accidentalmente mordió uno de sus frutos, despertando la naturaleza propia del ser humano.

-¿Por qué lloras?

-Por que nadie debe comer mi fruto.

-¿Y por qué no habrían de hacerlo si es en verdad delicioso?

-Lo prohibió ÉL.

-Si lo dijo ÉL, entonces nadie querrá probar tu fruto.

-Tienes razón, ¿que puedo hacer?

-No te preocupes y detén tus lágrimas que cuenta no te das que yo acabo de probar uno de tus frutos.

-Eso puede ser cierto, pero a ti no te lo ha prohibido fervientemente pues no eres uno de sus hijos, como esos dos que llaman humanos.

-Entonces ¿lo que quieres es que ellos prueben tu fruto?

-Sí, creo que eso sería lo único que podría hacerme feliz en esta vida.

-Faltaba más, no te preocupes, yo te ayudaré a lograr tu tarea.

Y así la serpiente va arrastrándose por todo el jardín, llegando a un extremo del mismo sin poder encontrar a los hijos del señor. Toma otro camino y reptando reptando busca al lado de los nísperos, los manzanos, los rosales, los sauces hasta que al fin encuentra a Eva en el pequeño lago, disfrutando sola del agua.

-Hola Eva.

-Hola serpiente.

-¿Y Adán? ¿Por qué no está contigo disfrutando del agua?

-Es que acabamos de disfrutar de nuestra comida y el decidió tomar una pequeña siesta en aquél claro que está cerca, mientras yo preferí jugar un poco en el agua.

-Es bueno, el agua es buena, así como tú eres buena y justa y así lo es tu esposo. Todo es bueno en el jardín del Edén.

-Es cierto, todo es bueno aquí por que ÉL así lo quiso.

-Sí, tienes razón, es bueno seguir sus reglas y hacer lo que quiere. Les ofreció todo esto para ustedes ¿verdad?

-Es verdad, dijo que podíamos disponer de todo en el jardín y siempre damos gracias por ello.

-Es magnifico que ustedes sean tan fieles al señor, y sobre todo que se amen como ÉL lo dice.

-Así es, amo a Adán como a nada en esta vida, después de todo, sin él no estaría yo viva.

-Supongo que siempre le haces sentir eso, le das regalos y le demuestras cuanto es que lo quieres.

-Pues sí, aunque no sé que pueda yo darle si ya todo nos lo ha regalado el señor.

-Pues hay algo que sé que él aún no ha podido disfrutar.

-¿Y que es eso?

-El fruto del árbol de la vida.

-Pero, ese árbol no podemos tomarlo.

-Claro que puedes, ÉL les dio todo lo que forma parte de este paraíso ¿no es verdad?

-Pero, lo prohibió.

-Además todo lo que ha creado es bueno, entonces el fruto debe ser bueno también, no debería ser malo disponer de algo bueno.

-Pero Él nos dijo que no podíamos ni siquiera pensarlo.

-Pues si en verdad amas a tu esposo y quisieras verlo feliz, ¿no le darías el único regalo que no ha podido disfrutar en esta vida?

Eva, con la serpiente alrededor de su cuello se dirige al árbol, con el sigilo propio de una mujer corta uno de los frutos y después de agradecer de manera apresurada al árbol de la vida, corre por todo el jardín rumbo al lecho donde reposa su esposo. La serpiente la sigue desde lejos sin lograr acercársele.

Ella llega junto a Adán y los despierta suavemente tocando sus cabellos. Él la mira y entre sueños puede ver como le ofrece el fruto recién cortado, una mordida y su mirada cambia, ella lo nota pero no sabría decir exactamente que es lo que sucede. Su mano la toca pero ahora se siente completamente diferente, el simple toque pasa de ser una caricia a ser una caricia y algo más. La mira y la mira como si ella fuese el jardín del Edén mismo, con sus manos comienza a tocar los manzanos, suavemente rozando la suave y lisa piel de los duraznos, así también goza del olor de las rosas que tienden a acercar los labios de él hacia sus espinas. El lago se hace más grande cada vez y Adán se acerca más y más, disfrutando del panorama, gozando de la luz que desprende el Sol de Eva, al centro de todo rigiendo la actividad que pasa en el resto del jardín. El lago moja los dedos de sus pies mientras prueba nuevamente el fruto más delicioso que puede recibir un hombre. Ella siente como el paraíso la conforma y la vibración de todo el jardín se mueve en torno a él, le rodea y lo atrapa conformándolo en un solo individuo nuevamente. Cuando ella despierta mira que del fruto ya sólo queda el hueso, mientras la mano que escribió todo se acerca ella sigue perdida tratando de regresar de su espiral.