viernes, 19 de octubre de 2007

¿Quieres ser mi cómplice?

Pensará usted, estimada señorita, que mi propuesta es puesto indiscreta; pero no creo que pudiera ser de otro modo, este viejo se nos muere de un día a otro llevándose todo al camposanto. Verá usted que la sabiduría y el conocimiento no son nada si no hay con quien compartirlo son como un amanecer, en todos los sentidos, en el nacimiento de la luz, la claridad de la visión que poco a poco nos permite ver un poco más y como todo amanecer debe ser disfrutado con alguien.

Pensará usted que estoy desesperado pues la soledad seguramente me ha consumido a tal grado que tengo la imperiosa necesidad de entablar el más mínimo contacto humano bajo el pretexto más casual que a mi mente se le haya podido ocurrir. Que me estoy volviendo loco y no respeto las mínimas reglas de la decencia como para evitar proponerle algo tan personal y bochornoso como lo es ésta carta. Que me estoy quedando viejo, calvo y mohoso y ya no puedo estar y ser y no puedo hablar y no puedo pensar con claridad y soy impúdico y soy egocéntrico y soy un imprudente para con usted.

La verdad es que quiero que piense eso y más, señorita, que piense usted eso de mí y mucho más, por favor, no tenga reservas, júzgueme, condéneme y piense lo más aberrante de mi persona; mas no se limite a ello. Piense también (y eso deseo con mayor fervor) en lo que este probe viejo le puede ofrecer, en lo que le quiere heredar, en todas las cosas que le puede dejar el viejo, escritor, ya orate.

Señorita ¿Quiere ser mi cómplice en este juego?

martes, 2 de octubre de 2007

Efecto Crónico

Ella tiene miedo. Al momento lo siente, la ha estado siguiendo durante toda la noche y ha llegado el momento de darse cuenta, que no podrá escapar. Quisiera que fuera un sueño, que todo fuera invento de su imaginación, quisiera creer que en verdad es tan fuerte como para evitarlo, quisiera no estar en suelo. Pero eso ya no importa.

Todo empezó en el cine, cuando estaba junto a su pareja y pudo sentirlo mirándola por sobre su hombro, probablemente la miraba con deseo y se tocaba aprovechando de la oscuridad. Mientras su novio la besaba ella no podía evitar sentir la penetrante presencia del hombre a su espalda, sentía que le perforaba la nuca, sentía como si estuviera respirando en su oído, en pocas palabras: estaba siendo acosada.

En el restaurante la cosa fue mas calmada, ella sabia que las 17 cuadras que separaban el cine de aquel lugar serian suficientes como para detener a su perseguidor. Cenaban calmadamente, tomando del vino mas caro, con los platillos mas lujosos, su novio románticamente besaba sus manos y le hacia declaraciones de amor eterno. Pero otra vez, al apartar la mirada de la mesa, pudo sentirlo, pudo sentir al “masturbador crónico” tocándose mientras la miraba, mientras se imaginaba como seria el violarla, pudo sentir perfectamente como toda esa acción sucedía debajo de alguna mesa lejana; pero al mirar alrededor, no pudo ver nada, sólo su perfecta atmósfera romántica y a su novio que la miraba absorto.

Al final estaba en su casa completamente convencida de que todo había sido un mal rato, su novio la había dejado, pues el tenia un examen importante al día siguiente y no podía quedarse, ella quiso pedírselo, que se quedara, que tal vez estaba asustada, pero al final decidió dejarlo, encender el televisor, prepararse un trago, meterse a la cama y dormir.

¿Qué le había impulsado a salir? Tenia ganas de un cigarrillo y de caminar, pero ahora, ahora todo eso había quedado a 20,000 leguas de distancia. Ahora lo único importante es que ya no podía escapar, ahí estaba, en un callejón sin mejor salida que bardas de tres metros de alto y por otro lado, la salida bloqueada por el masturbador crónico de penetrantes ojos negros, que se tocaba mientras se iba acercando, cada vez mas cerca, paso con paso, mientras ella temblaba de miedo, se tiraba al suelo, sujetaba sus piernas cercanas a su pecho y lloraba. El se acerco, hasta posar su miembro en el cabello de ella…