domingo, 16 de noviembre de 2008

Mi vida contigo y sin ti

Acaso es tan difícil conseguir a alguien sincero, me preguntaste con tus ojos llenos de lágrimas. Es que todos son iguales, te prometen la luna y demás y al final todos se van. Mira que esta vida está llena de gente horrible, pero alguien como tú… eso sí es ser inhumano. Todo había empezado a pedir de boca, eras perfecto, mis amigos te amaban, hasta a mi familia tan chapada a la antigua la habías cautivada y para salir con esto. Pero mira que dejarme no creo que fuera en lo más remoto la mejor opción. Me dijiste que nunca me abandonarías y me prometiste el amor eterno. Nunca había desconfiado de tus poesías y tus canciones, era sincera al decir que te amaba y me entregué a ti. Pero no, para ti eso no era suficiente y comencé a alejarme, de los amigos, de la familia, mi mundo eras tú, todo girando en torno a ti y no era suficiente. Querías algo más, más pechos, mejor trasero, una sonrisa todo el tiempo… la verdad creo que ni siquiera tú sabías lo que querías. Aún así seguí adelante. Mira que te he amado como nadie lo hará jamás. Creo que el miedo era lo que te impulsaba, por más que yo rogaba que me amaras de la misma manera en que yo estaba enamorada de ti. Ahora aquél sillón en el que fumabas está vacío, sólo queda tu recuerdo y el humo. Pero el humo vuela ¿sabes? Se aleja y vuela al cielo y nunca regresa.
Ahora el cielo es lluvioso, pareciera que cada día que no estás llueve incontrolablemente, como la tempestad que tengo dentro de mí. No tenías que irte, pero creo que nunca quisiste quedarte. La tristeza te consumía y mi alegría no era suficiente para alimentar tu herido corazón. Bien sabía que comenzamos cuando ella te desgarró, sin embargo, tenía la esperanza de que me tomaras a mí como tu nueva luz, como tu esperanza, aquella que te levantará del suelo, te hiciera volar y volvieras a creer no sólo en la vida sino en ti mismo. Las cosas no tenían que ser así.
Me voy, dijiste y yo sólo te abracé, besé tus ojos y mire el vacío en ellos. No tenía que ser así pero tú ya lo habías escrito, que nuestros caminos estaban separados y que no se puede cambiar el curso de las estrellas. Nunca te importo la fuerza que mostraba para contigo, Nosotros… creo que nunca hubo un nosotros, sólo fuimos dos extraños tratando de no sentirse solos. Tú siempre estuviste solo y no querías dejar esa libertad. Eras esclavo de tu soledad y te sentías libre, como el lobo que sin tener una cadena no puede dejar de ser victima de sus impulsos. Estaba en tu naturaleza y esa no podía cambiarla. Mis lágrimas eran sinceras al decirte que te amaba, cuando exploraste mi interior y dijiste que tú también lo hacías, que llorabas y sufrías cuando estabas lejos. Creí fervientemente que me amabas cuando lo dijiste. No importaba que todo fuera mentira, no importaba nada más que tú. Lo malo era que pensaras lo mismo. No te importó el amor, la vida, sólo tu egoísta deseo y saliste en búsqueda de algo que ni siquiera tú sabías si existía.
No creo que hayas encontrado lo que buscabas, salir a recorrer el camino sin una dirección fija es como querer resolver un laberinto sin saber que en realidad existe una salida. Desgraciadamente la salida la encontraste, tal vez no era correcta, sin embargo la escogiste a ella y no a mí. Tu largo romance con ella por fin había culminado cuando yo estaba lista para vivir el resto de mis días contigo. Aunque sabes bien, que mi vida sigue contigo, siempre contigo, no importa lo lejos que estés, sé que un día volveremos a estar juntos, que serás mi marido y yo, amor mío, por fin podré hacerte feliz. Te preguntabas si existía alguien sincero y dime si no soy sincera si aún estoy amándote a pesar de que has muerto… si todavía sigo respirando tu humo.

Encuentros

Primer Encuentro

Me mirabas desde el otro lado del salón con tus ojos hermosos y rencorosos. Esa mirada enigmática enredándome a cada momento. Tú entablabas un juego del cual yo sabía muy bien las reglas. Guardar las apariencias. Bailabas como una musa, pasabas de mano en mano, de persona a persona, pero nunca tocabas sus bocas. Yo por mi parte en la esquina del lugar, entre las sombras, me deleitaba con tus formas delicadas. Perfectamente grababa en mi mente cada uno de tus pliegues. A todos los habías atrapado, todos aquellos que no te conocen. Yo al igual que tú, habíamos escuchado tanto el uno del otro y yo deseándote y tú pareciendo indiferente. Una sonrisa fugaz en tu rostro que desaparecía cuando me mirabas, cuando me miras a mí todo cambia. Es esa expresión en tu cara, donde bien sabes lo que estoy pensando, lo que quisiera hacer con mis manos. Pero eras un camino que no quería recorrer, aún no. Primero, teníamos que seguir, pues tus ojos lo dicen todo, cuando me atrapan, me enredan y capturan a los míos, los embelesan y todo, todo sin que nadie más que tú y yo nos enteremos. El ritual entre tú y yo.
Bailas, te pregunté y tú sólo me tomaste entre tus brazos, entre los ritmos sensuales y exóticos de las noches sin estrellas, donde tus formas y mis formas destruían antiguos fantasmas, de las ganas de visitar recónditos lugares tan olvidados. Detrás de tu cuello, en tu pecho, desgarrar tu espalda, todo apenas tomándote de las manos, con un vaivén tan suave como la música lo permitía. Perfectamente podía sentir tu piel llamándome por mi nombre, cómo si me recordara desde hace tanto tiempo y a su vez, sabiendo que mi cuerpo era perfectamente ajeno a ti. Y tú, seguías actuando, mostrándote como eres con los demás, cuando las miradas de la gente intentan atraparte. Pero lo supe desde un principio: teníamos que estar juntos como la arena y el mar. Como tu boca que me llamaba, esos labios dulces, rosados, tan cercanos… con ese sabor a cerveza, a tabaco y a la ciudad. Ese sabor que tanto me lástima.
Mis manos removiendo tus ataduras terrenales: un pantalón gentilmente deshilachado, una blusa que indecentemente escondía a un brassier estorboso, sólo tu pequeña ropa interior alejándome del paraíso. Mientras tu boca me recordaba que seguíamos en la realidad y me pedía fuego. Acercas tu rostro al mío cuando yo saco el encendedor y delicadamente tomas mis manos entre las tuyas, mientras la flama se acerca a tu cigarrillo mi corazón se acerca a ti, siento perfectamente como mi pulso se conecta al tuyo con ese simple roce de manos. Y yo sé que seremos uno antes de que la noche termine. Estoy seguro, que sin ti no puedo morir. No sin visitarte.


Segundo Encuentro

Tu cabello se enreda en mi cara mientras intento descubrir los recuerdos que guardas en tu cuerpo. Hace sólo unos momentos te veía y no te veía en la oscuridad, recordaba tus pechos pequeños, tus caderas adornadas con las cicatrices de tu alma que también se habían hecho presentes en tu piel. Has sufrido, amor mío y yo, quiero sentir un poco de ello. Te pido que me muerdas y me desgarres, que tus dientes y tus uñas sean los instrumentos de nuestro amor. Mientras clavas tus dedos en mi espalda puedo sentirte, flotando, volando a nuestro ritmo y la habitación llenándose de luz. Puedo ver como tu rostro cambia lentamente, se vuelve tan hermoso como si toda la vida hubiera esperado algo así, como si sólo me necesitaras a mí. Yo te necesito, a cada momento que estoy junto a ti y puedo saber que nunca me alejaré. Comienzo a ahogarme y te acercas y es tu aire el que respiro, eres tú quien me salva del precipicio, lentamente me alejas de la soledad, tomas la agresividad que hay en mí y la conviertes en algo hermoso. Es como si con cada movimiento tu cuerpo hubiera entendido lo que el mío necesitaba. Tenía sed, amor mío y es tu sudor aquel brebaje que me devuelve a la vida. Y tú lloras, tus lágrimas, un tesoro, tiernamente me dices que no te deje, que me quieres para siempre. Yo te digo que te quiero, te abrazo tan fuerte y duele. Sabes bien lo que es querer tanto que te duela. Y nos lastimamos, nos abrimos las heridas y las lamemos, nos curamos con saliva y con amor y nos lastimamos más y más. A cada momento puedo sentirlo, estamos a punto de explotar. Tú gritas, yo siento como mi pecho se desgarra, tus labios están llenos de la sangre que brota de mis heridas. Cúrame, te digo, Lastímame, quiero que duela, quiero que mi cuerpo refleje la pasión que siento por ti y tú lo tomas, metes tu mano y lo tomas y lo muerdes. Mi flujo vital escurre por las comisuras de tu boca mientras terminas de devorar mi corazón…


Tercer Encuentro

Por la mañana despertamos abrazados, nuestros cuerpos agazapados. Cuando yo abro los ojos, los tuyos me miran apaciblemente. Cómo estás, te pregunto y tú sólo sonríes. Quiero repetirlo, me dices, Pero por cuánto tiempo, te contesto, Para siempre… Te quiero para siempre. Y mientras me tomas por los cabellos sé que nos amaremos mientras dure esta noche. Este sueño hermoso del cual ya no quiero despertar.

sábado, 8 de noviembre de 2008

¿Y al mundo que le importa lo que es sólo de dos?

Que no entienden que tus labios y mis labios saben entenderse mejor por si solos.

Que los pensamientos están demás cuando los cuerpos se reconocen como viejos hermanos.

Lo he pensado y pensado y pensado, mira que enamorarse a los 50 años es difícil, cuando las carreteras no sólo han sido recorridas, sino que ya los baches de la edad se dejan sentir a cada kilometro.

Pero te apareces así, transparente, tus ojos que me miran y me emocionan como si yo fuera un chiquillo otra vez. Quince años eran tan pocos… estos días rogaría tener muy poco.

Mira que no sé que ves en mí, creo que tú eres la loca de la relación, yo sólo el antisocial. Pero eso sería asumir que tenemos una relación. ¿Y que tal si sólo yo te amara como loco, mientras tú, permaneces tan indefinida como quieras gozarlo? No necesitas amarme de vuelta, no sería la esencia de un verdadero amor. El verdadero amor es entregarlo todo sin preguntar nada a cambio ¿no crees? El amor, sin número del servicio social, sin cuenta bancaria, ni siquiera cepillo dental.

Pero podremos hablar de amor, si ni siquiera estoy seguro de si lo que siento es estar enamorado, puede ser como ya tantas veces el temor a la soledad, el deseo de terminar ese largo romance con ella y comenzar uno contigo. Pero puede ser que sea la comodidad, de tener una sonrisa que me reciba en casa, unas piernas que me cobijen en las noches de invierno y una boca con la cuál charlar a la hora de la comida.

No, no estoy seguro tampoco de que sea eso, aún si esto no fuera amor, no puede ser algo tan banal como una necesidad. No es mi naturaleza, me gusta estar solo y no quisiera sacrificarlo. Dime entonces si no es amor el querer que interrumpas mi privacidad. No sé, no puedo dejar de pensar en ti. Creo que Dios es un hijo de puta, cuando uno está decidido y quiere abandonarlo, a él se le ocurre que ese es el mejor momento para enviar a una persona como tú, que me revuelva el mundo, que me haga querer volver a escribir a pesar de haberme retirado hace versos de esa profesión. Y mírame, escribiendo sin el mayor pudor ortográfico, nada de métrica, nada de sintagmática, sólo sentimientos, sólo palabras queriendo desahogar lo que siento. ¿Qué siento? Que te quiero, que quiero quererte, que quiero darte el tiempo y que me des el tiempo para enamorarme plenamente. Siento que la vida se me acaba, que me pone triste el que no estés, que me pone loco el que aparezcas. Creo que me importas, como si fuera un interés puro, como si realmente no fueran dos días de conocerte, como si te quisiera de toda la vida.

Pero a los 50, no se pueden permitir esos bríos, uno debe mantener la calma y pensar que tal vez las parejas si sean para siempre, pero el corazón, los pulmones y demás ya se están por acabar. Que tal vez la mente no ha olvidado como amar, pero el cuerpo esa clase de amor no puede soportar. Quisiera poder tener tu edad, tu inocencia y tus bríos. En cambio me encanta contrastar, tienes suerte de que no sea yo un viejo raboverde cualquiera, en verdad que el carisma que me corresponde difícilmente podría alguien más superar.

En fin, balbuceo otra vez como jovenzuelo… Sólo quiero decirte que en estas palabras no tengo nada que decirte, que sólo siento lo que siento, que me siento enamorado, que en este momento estoy desesperado por no tenerte frente a mí, que evoco tu recuerdo, tu sonrisa y tu mirada y a cada momento siento que me pierdo, que se inclina mi balanza, que quiero tenerte cerca, que no me importan edades y compromisos sociales, disculpa sino soy tan buen prospecto… Pero sólo esto tengo para ofrecer. Si tú quisieras tomarlo…

Un beso, amor mío.