jueves, 11 de noviembre de 2010

Placeres


La última vez que hago esto, me dije, pero aquí estamos otra vez ligando. Estoy hasta la madre de lo que dice, otra rubia con más cuerpo que cerebro, pero es lógico, mi esposa es una morena chaparrita y chapada a la antigua ¿Qué otra cosa podía buscar? Pero bueno, esta no para de hablar. Las otras habían sido, más rápidas: un par de copas y las piernas abiertas. Pero a esta, Anahí o Saray, no recuerdo como me dijo que se llamaba, pero le dio por hacerse la interesante hablando de teatro. En mi vida me ha interesado una obra de teatro, lo mío es el cine, pero no, está pendeja no se calla. Que si la escenografía, que la teoría del personaje, que si sus amigos habían montado un espectáculo de clown en la calle. Carajo, creo que son las nalgas que más me han costado. Pero bueno, tengo tiempo, todo el tiempo del mundo.

El gusto me empezó hace 4 meses, cuando comencé a hacer estos viajes en solitario. Con mi profesión todo es fácil: inventar un reportaje en el lugar deseado, conseguir suministros y el permiso de mi mujer; lo demás era redactarlo el primer día y disfrutar el resto de la semana. Siempre con una rubia, no lo sé que tienen, si es que sean estúpidas, si son los senos grandes, si son porqué son las más gritonas o simplemente porque todas, todas la saben chupar. En fin, que ya tengo práctica en esto, pero esta es la primera que no para de hablar. La rubia lista, la excepción que confirma la regla. Más le vale que sepa chuparla.

Total que esta mujer por fin se pone interesante, puedo ver perfectamente como comienza a juguetear con su cabello, como desliza su dedo sobre la copa, mientras quiere que adivine que es lo más provocativo que ha hecho en escena. No sé, lo digo en serio, estoy a punto de gritarle que o cogemos o me largo, pero  su cara se torna en una sonrisa pícara y me dice “puedo mostrarte lo que use en escena, si vamos a tu habitación”. Eso es todo, pongo un par de billetes en la mesa y vamos directo a la suite. Oh, la suite, eso es lo que se gana uno por saber escribir y ser corrupto en México. Ella me mira, se pasea por la habitación, me vuelve a mirar, luego  comienza a juguetear, así son las rubias, les gusta actuarlo todo, como si no fuera obvio que vamos a follar. Espérame tantito, me dice y corre con su maleta al baño. Mientras yo tomo el control y pongo música suave. Me recuesto sobre la cama a esperarla. Me quito los zapatos, mientras recuerdo que tengo que llamar a mi mujer, antes de que sea muy tarde y se sienta mal.

Hola mi amor, no nada, es que tuve una reunión con el editor. Sí todo bien, pues fíjate que el clima ha estado precioso, pero casi no he podido salir. No te apures amor, no me va a pasar nada, esto de hacer reportajes encubiertos es más fácil de lo que te lo hace creer la televisión. Sí, tan pronto como llegue te aviso, gordita. Sólo faltan dos días, yo también te amo.

Justo a tiempo, porque ella regresa, Saray, creo que sí es Saray, me dice “mira, esto es lo que traía puesto ese día” y se quita la toalla con que se tapaba, dejándome ver que trae sólo un par de cubre-pezones y una diminuta tanga que alcanza a revelar un pubis depilado, justo como me gustan. Ni siquiera tengo que decirle que venga, ella se lanza sobre mí, esto estorba, me dice y me desabrocha el cinturón, no tengo que decírselo dos veces. Las rubias la chupan, todas la chupan. Espera, le digo, pero no, no se queda quieta, me mira a los ojos y ni siquiera parpadea mientras siento como mi semen va resbalando hacia su garganta. Me hiciste terminar muy rápido. No te apures, me dice, voy a hacerte algo que te hará recobrar fuerzas.

Ella está dormida, después de nuestra sesión de sexo y tanto alcohol que bebió, no podía esperar otra cosa. Me levanto silenciosamente, me acerco al buró y abro el cajón, aquí está todo lo que necesito. Lentamente la giro sobre sí misma, hasta que queda boca arriba en el centro de la cama. Tomo uno de sus brazos, pero está tan dormida que ni siquiera nota las esposas con las que la sujeto a la cabecera de la cama. Repito la operación con el otro brazo. Ella se mueve, gime un poco, por lo incomodo de la posición, pero no abre los ojos. Rápidamente sujeto sus pies a la cama, adoro estas camas de las suites, no sólo son espaciosas, todas tienen barrotes de donde sujetar. Ella comienza abrir los ojos, pero es demasiado tarde, ya estoy colocándole una de estas novedosas “gag balls”, una pequeña bola de plástico que se mete en la boca y se sujeta por detrás de su cabeza, mucho más efectivo que una mordaza. Ella me mira aterrada, puedo jurar que lo peda se le ha bajado de golpe. Comienza a balbucear, mientras yo continuo con mi tarea pasando una cuerda por su cintura y amarrándola por debajo de la cama, no queremos que te escapes cariño, le digo tiernamente, mientras su saliva comienza a chorrearle la cara, gracias a la gag ball. Un espectáculo digno de verse.

Cuando quise comenzar con esto, de tener aventuras, me preguntaba de qué forma podría hacer para nunca se cruzaran mi vida de casado con esta vida de placeres y entre esas cosas descubrí el método ideal. Pero claro, uno tiene sus gustos y la mente juega y juega hasta llegar a un punto sin retorno. Bueno, creo que esto no te incumbe a ti, Anahí o Saray, la verdad no recuerdo tu nombre. Sabes, fue rico como lo hiciste, me encantó como me arañabas la espalda. El problema es que si te dejo ir, podrías aprovecharte de que soy medianamente famoso y querer difamarte, si te mato, son muchos los problemas para deshacerme del cuerpo y de las evidencias, joder que en este cuarto hay montones de muestras de ADN. Por eso, descubrí la solución perfecta. No me mires así querida, que de verdad si pudiera ser de otra forma... En fin, tenemos todo el tiempo del mundo, sólo necesito un par de días. ¿Todavía no lo adivinas? No te preocupes, sólo necesito un par de días, que el apetito ya se me ha despertado.