domingo, 12 de julio de 2009

Silencio




Después de que amainó la lluvia, las personas se miraron unas a otras empapadas. Posteriormente la atención de todos estaba en los ojos del maestro que se mantenía con los ojos cerrados, imperturbable.



Uno de los jóvenes inquietos se sentía raro, era curioso que después de la lluvia sólo había quedado el silencio. Los animales estaban en sus madrigueras, los automóviles y sonidos urbanos estaban demasiado lejos para ser escuchados. Incluso las personas se limitaban a respirar con un ritmo tan calmado que era difícil poder escucharlos.



-Maestro, hablenos del silencio- Preguntó el joven, desafiando el aura del lugar.



Pero esta vez, no sólo el ermitaño, sino el mundo entero permaneció en silencio.

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