domingo, 9 de marzo de 2008

Sucedió un hombre verde

Aparecía de la nada, sobre tu ventana con sus labios vibrando de forma rara: brrrrr, brrrrrr. Sus ojos saltones te seguían mientras te movías por la habitación. Ahí estaba, el hombre verde que venía a beberte.

Preocupante situación era para algún agente ocular externo el saber que tú ni siquiera habías notado la presencia del intruso, que mediante sus brazos trataba de tomarte por tu cabeza. Que lenta y sigilosamente entraba por tu ventana, levitando cerca del techo, invadiendo tu espacio, como una gran araña en busca de su mosca.

Pero nadie veía, ni tú, ni nadie más veía al hombre verde que no sólo estaba cerca de ti, sino que tomaba las tijeras gigantes, las abría alrededor de tu cuello y casi cortaban el borde de tu piel si lo hubieran tocado, tu fino y delicado cuello.



Sucedió un hombre verde y desde entonces dicen que yo te maté.

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