martes, 8 de abril de 2008

Jumper

Llevo más de quince minutos corriendo y esto no parece terminar nunca. Lo sabía, desde un principio lo sabía no debí meterme en esto, pero todo iba a ser fácil dijeron, un par de entregas y los 50, 000 serían míos más rápido que el aleteo de una mosca. Ahora yo soy la mosca, tratando de volar entre paredes y ventanas. Sólo que a esta mosca la persigue un gran insecticida. ¿Cómo rayos me metí en esto? Lo sé bien, más no quiero recordarlo. Los siento tras de mí, cada que doblo a la derecha o la izquierda y hay una pared de más de dos metros creo que van a alcanzarme. Yo soy rápido, ellos son demasiados. Nadie dijo que lo encontrarían, nadie dijo que los malditos perros logran olerla a pesar del abono alrededor de ella, “les dará asco” me dijeron, pero no los malditos azules no le tienen asco a nada, más que a ellos mismos. Aún no sé como logre escaparme, sin esposas, sin heridas, sólo escuché llamar a los refuerzos mientras corría. Pero siguen tras de mí, he corrido por más de un cuarto de hora y siguen tras de mí. Puedo sentirlos, aunque ahora corra y trepe esa pared, sé que ellos seguirán mi rastro. Dicen que la única manera de perder a los perros es pasar por agua, así se pierde el rastro. Bien, en esta estúpida ciudad no hay agua. Sólo en las alcantarillas, pero no sé si llegaré. Tal vez si no me ven, tal vez si permanezco sigiloso o tal vez si sigo corriendo. Acabo de ver a dos que salían corriendo de un callejón a sólo veinte metros de mí. Creo que no me vieron o tal vez me vieron y sólo fingen para continuar con el juego psicológico. Todo es un juego de presionarme en exceso hasta que yo mismo me entregue. Eso les encanta a los polis. Pero yo no soy un criminal, era dinero fácil y yo vendí mi alma por ello. Claro que pensé que sólo sería un préstamo, que mi alma regresaría. Ahora no le pertenece a los narcos, no… ahora mi alma será de los azules. Los malditos puercos, puedo escucharlos oink oink, detrás de la siguiente pared. En cada brinco, en cada esquina, a cada vuelta, sé que habrá un puerco detrás de ella. No quiero saber lo que haré si me topo a uno. No, no ahora que sólo me faltan unos cinco minutos más. No podía evitarlo verdad. No vi a la patrulla que me seguía sino hasta que entré al callejón, tampoco esperaba a la que me cerró la otra entrada. Atrapado, entre dos coches, entre cuatro azules. ¿Qué haré ahora? Me dijeron que sería fácil, me dijeron que sólo era llevar un par de costales y todo sería fácil. Nunca mencionaron a los azules, no me dijeron que debía hacer en estos casos. Poco a poco se acercan, levanta las manos, me dicen, yo las levanto, tírate al suelo, me dicen y yo me tiro al suelo. Se acercan, puedo sentirlos, prudentemente, como con miedo, dos por detrás, dos por delante. Se acercan más y más y cuando creen que me tienen, me levanto de un salto, paso entre dos y sigo corriendo. Intentan atraparme con sus manos, pero soy tan rápido como un puma, paso entre ellos y no pueden hacer nada. No logran atraparme, no lograrán golpearme y no pueden dispararme. Seré libre, correré y me esconderé en las alcantarillas o tal vez más lejos y lavaré mis pecados con los narcos. Seré libre y todo esto será una historia que nunca se volverá a contar. No, nunca se volverá a contar, por que lo siento, el frío, estoy sudando como un maldito puerco, me quieren convertir en uno de ellos, corriendo como puerco en matadero, bajo el sol, por toda la ciudad mientras me persiguen, es como el jueguito del cerdito engrasado y a pesar de todo lo siento, el maldito frío. Un frío, dos fríos, tres fríos. Todos entran desgarrando mi cuerpo por la espalda, es como un choque eléctrico, como un toque, como ponerte ebrio y tener un maldito mal viaje. Es como ser un maldito yunque, un martillazo, un portazo, un porrazo, se siente como si un maldito burro te golpeara las costillas. Uno tras otro y no se detiene y no me detengo. Llegaré a las alcantarillas, sé que lo haré, no importa si soy más pesado, no importa el plomo. Puedo vivir sin pulmones, puedo vivir sin corazón, no necesito las malditas tripas. Sé que llegaré, sé que llegaré a pesar de que me he tropezado, sé que llegaré a pesar de la sangre. Un pequeño charco, no es nada, podré volver a pararme. Este pendejo casi se nos pela, dicen los puercos, pero no saben que me levantare, que correré a las putas alcantarillas y seré libre. De nada les sirve tratar de ponerme una pistola en las manos, no dispararé, sólo tengo que levantarme y correr. Puercos les digo escupiendo la sangre, me golpean la cabeza. Este pinche empolvado, mira cuanto aguantó el puto, dicen. Pero no saben que yo seré libre. Pinches puercos, sus esposas no pueden amarrarme para siempre. Me les escapé a los putos azules. Soy libre. Como el viento que va por todas las esquinas. Soy tan pinche libre que podría cojerme a cada una de sus mujeres y no podrían hacer nada. Todo es cuestión de un salto. De un simple salto y todo habrá terminado. Un salto y nadie me verá más del otro lado. Un salto, un frío y húmedo salto rojo.

1 comentario:

Lechuga dijo...

La cara de k-zumi al leer las lineas finales: °__°

Eso estuvo cool...