Despertaste, te levantaste de la cama, te lavaste, te peinaste, lavaste tus dientes, te pusiste tu mejor vestido y nunca volviste.
Las razones, nunca las supe, no me entere si en verdad Laura había cumplido su promesa de hacerte saber lo que paso. Aun así es difícil creer que por eso me dejaras. No fue la primera vez.
Por otra parte, talvez te encontraste a otro filósofo, escritor, bohemio en Francia, que te dijera cosas dulces y tiernas en francés. Aun cuando juraste nunca dejarme, pudo haber sido así.
Tal vez, tal vez, tal vez nunca fuiste mexicana, tal vez eras francesa en negación, tal vez solo querías pasar un rato, tal vez querías que llenara tu vacío, únicamente por un tiempo.
Lo cierto es que me dejaste, sin una nota, sin una canción, una grabación o alguna de esas cosas románticas que suelen dejarle a los abandonados.
Pero yo, seguiré con tu recuerdo, seguiré besando mi almohada que aun huele a ti, con tus fotos en mi sala, para que cuando alguien pregunte yo conteste “esa es mi esposa y esta de viaje”.
Te diría adiós, pero espero que regreses, te diría hasta luego, pero tal vez el luego nunca llegue, solo me queda escribirte muchos libros, inventándome cada vez, un final diferente acerca de si regresas o no, de si moriste en el viaje, de si tienes un amante, de si estallo una guerra y no pudiste regresar o de si te atraparon los Nazis.
Lo único completamente cierto, es que seguiré solo… por un tiempo.
lunes, 24 de septiembre de 2007
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