martes, 14 de abril de 2009

Y de noche vivía

-Pues sí la dejé ir, ya vez como son ellas, siempre pensando en compromisos, siempre queriendo formalizar. Pero yo no soy de esos, nunca lo he sido y no tengo intenciones de empezar, por eso le dije que podía tomar sus cosas y salir de aquí.

-Pero creo que fuiste un tanto pesado, bien sé que ella te quería. Tantas veces y a todo el mundo le decía que te amaba. Tú, el hombre de su vida, la razón por la que seguía aquí y así es como le pagas. Diciéndole que se largue. Menuda conciencia te has de cargar.

-Lo sé, soy el hijo de puta, todos lo dicen, unos por que me conocen otros por que no. Pero no importa, yo no vivo para satisfacer los deseos de los demás, y créeme no pienso quedarme con una persona sólo para llenar sus expectativas, hacer sus deseos e ilusiones color de rosa realidad. Si ser una persona que piensa en su propia felicidad me hace un hijo de puta….

-Bueno hombre, pero yo no te dije que fueras un hijo de… Yo sólo te decía que debe ser difícil, pasar de una a otra así, con tanta rapidez, tanta… naturalidad. Las personas normales por lo general duramos más de tres meses con la misma chica y no corremos a buscar otra cuando terminamos con la anterior, por respeto. Son cosas que creo que deberías entender.

-Respeto que seas mi amigo, mas difiero en tu opinión. Puedes verme como un inadaptado por no respetar las reglas sociales y alarmar a los “normales” por no respetar el famoso “tiempo de luto” al terminar una relación, pero nada tiene que ver eso con faltarle el respeto a nadie. Si yo termino con una chica, terminamos y ya, desde ese momento no me parece razonable preocuparme por lo que ella piense, que si hago o dejo de hacer le afecte. Cada quien es responsable de cómo le afectan las acciones de los demás. Es como si yo me enojara contigo sólo por que traes esa horrible playera rosa…

-Bueno bueno, pero hay de cosas a cosas, mira que dejarla fue una cosa pero la chica de ahora… Por dios, tú sabes lo que se dice por ahí. Mira que puedes mandar a la goma las reglas sociales, pero la reputación, esa no tiene precio. Yo bien sabes que te apoyo y respeto tus decisiones, pero deberías pensar un poco en cuanto puede perjudicarte. Bien sabes que ya dicen cosas de ti, pero ahora…

-Ahora y siempre, si eso me importara creo que iría más a la iglesia y menos a los burdeles, por lo menos aparentaría que así es. La verdad es siempre tan relativa que ya nadie busca una verdadera, a las personas les contenta saber lo que los demás, llegamos a la verdad por democracia y así se hacen las cosas. Por eso me miran diferente, por eso hablan, por que amenazo su estado, por ser excéntrico, no formo parte de ellos y claro, tampoco será así con la mujer que esté conmigo. Gracias por la copa pero tengo que irme.

-Erhmm, sí claro… Por cierto, me la saludas.







Su silueta se distingue detrás de las cortinas, sé perfectamente que fuma un cigarrillo, tengo que decirlo, su cuerpo me vuelve loco, de sólo imaginar que está en el balcón… bueno, me hace mirar a la cama y recordar que no sólo sirve para dormir. A ella, a ella la he querido desde hace tanto. Claro un mes nunca parecerá suficiente para la gente “normal”, menos mal que yo no soy así. Me encanta, me gusta como me escucha, adoro sus pláticas de café, la manera en que fuma sus cigarros, la manera en que fuma mis cigarros, y cada noche, cada noche que pasó con ella culmina en la madrugada. En realidad no entiendo como alguien cree que me preocuparía lo que dicen los demás. Alea jacta est, dijo Alejandro. Alea jacta est y me quedé con ella.

No hay comentarios: