sábado, 19 de enero de 2008

Bebe

Era el día de mi presentación más importante, ya los boletos estaban vendidos y seguramente habría unas 5000 a 10000 personas, nada mal para una presentación amateur de ballet. La excitación se olía en el aire, además de los perfumes de las demás bailarinas, tengo que aceptarlo lo único que evitaba que mis piernas temblaran de la emoción era que tú estabas a mi lado, tomando fuertemente mi mano y besándome cada vez que estaba tan nerviosa que comenzaba a sonrojarme.

Empezó la función y salieron las demás bailarinas haciendo los pasos y coreografía de manera hermosa, la iluminación estaba perfecta y resaltaba más sus perfectos movimientos, lo que no evitaba que me pusiera cada vez más ansiosa por salir como ballerina principal, pero seguías a mi lado, serías mi pareja y luciríamos un verdadero amor sobre el escenario.

La emoción estaba presente en las gradas, pero eso era lo que menos me importaba, yo sólo estaba ahí por una sola persona, puedes decir que soy un “stoker”, un fanático que ha pasado de los límites y que no puede dejar de admirar a su artista favorita, pero tenía que verla, sobre el escenario, verla mover sus piernas mientras vuela por el cielo nuevamente.

Salimos al escenario y por fin supe lo que se sentía volar junto a ti, tener un orgasmo en medio del baile, enfrente de todas esas personas y saber que estoy con la persona indicada, ver que cada levantamiento, que cada gesto y cada paso son perfectos si estoy a tu lado, Te amo y sé que lo sabes y el público aplaude emocionado al terminar por que pueden ver nuestro amor transformado en arte.

Te adelantaste a la recepción para festejar la presentación por que querías sorprenderme con el anillo, mientras me dejaste en el camerino terminando de arreglarme, conseguí quedarme a solas, completamente a solas, para poder pensar y revivir cada momento de la presentación. Fue cuando tocaron a mi puerta…

Pude colarme detrás del escenario al terminar la función, tenía que decírtelo, tengo que aceptar que fue difícil pasar entre sobornos, piropos y ser una sombra en medio de ese mundo tan ajeno a mí, por fin llegue a donde debías estar, sólo espere que mi suerte siguiera viva cuando toqué a tu puerta. Abriste, me reconociste, tu cara revelaba preocupación, asombro y un poco de irritación, lo único que me quedó fue decirte que te amaba, y darte mi corazón, morí en ese instante cuando me besaste justo cuando los últimos latidos se tranquilizaban en verdad.

Había champaña, bocadillos y un servicio excelente, todos nos festejaban por cualquier parte, globos y demás decoraciones hacían más evidente el sentido de la noche, puedo decirte que me di cuenta perfectamente de lo que me tenías preparado, no supe si yo actuaría más sorprendida o lo harían el resto de los invitados, entre los que estaban mis padres y los tuyos. Cuando estábamos terminando de partir el pastel de festejo, ambos con el mismo cuchillo, sorpresivamente no soltaste mi mano, te hincaste a mi lado y me pediste casarme contigo, de inmediato respondí que sí, la emoción, el llanto y los festejos se hicieron notar a nuestro alrededor, pero todo eso fue superado cuando todos aclamaron por un beso, te acercaste, me besaste como nunca y cuando nos separamos tan sólo pudiste decir “tienes un saborcito raro”.

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