No me duele que no estés, sólo me duele recordarte. Tus palabras me hirieron, no sé, no quiero que realices mis sueños. Simplemente quería quererte pero ahora eso no tiene sentido. Soy un pendejo, pero un pendejo noble, un pendejo fiel, un pendejo con sentimientos que no quiere que lo ames, simplemente no quiere que lo hagas sufrir. Y yo ¿Cuándo te he pedido algo? Al menos todo ha sido “en broma” bien sabes que sólo he tratado de quererte y hacerte feliz. Y aún así, haces comentarios hirientes, yo sé, no te sientes mal por ello, pero hay una diferencia básica entre no sentir realmente la necesidad de portarte bien con una persona y realizar actos imprudentes que bien sabes que pueden lastimarla. En fin, ¿Qué te digo? Esto no es una carta de despedida, por que al parecer siempre volvemos, yo por mi parte estoy que me las trago por no querer hablarte, pero hasta un pendejo como yo sabe que no quiere volver a ser lastimado, una y otra y otra y otra vez. Antes por lo menos pedías perdón. ¿Qué yo empecé? Lo sé, pero créeme este no es un juego de niños donde la culpa la tiene el que inicia, yo desde hace tiempo que he cambiado y tú sigues mirándome igual, hacia abajo, como si valiera menos. Luego me preguntas ¿Por qué estás deprimido? Si a cada momento se te olvida que sólo me haces sentir más mal conmigo mismo. Pero claro, el pendejo soy yo por hacerle caso a tus palabras. No me queda más que decidir entre dejar de navegar con mi bandera de “tengoelcorazónabiertoypuedeslastimarme” o seguir alejado de ti para evitar ciertos accidentes, perdón incidentes (olvidé por un segundo que tus ataques sí eran intencionados) Así que ¿qué te digo? Pues que discúlpame cuando sea tan sincero para decirte que he llorado por que me acuerdo de ti, en verdad no quiero causar lástimas, simplemente soy sincero. En fin, eso era algo que te gustaba de mí. Pero ya no importa. Últimamente ya nada importa.
Feliz año nuevo ¿vale? Perdona que me tardara tanto en decírtelo.
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