sábado, 25 de abril de 2009

¿Y si aprendieramos a volar?




Entré a la casa y te quedaste afuera, Adelante, te dije y entraste al vestíbulo, tu figura hermosa se quedó estática, tal vez esperando mi siguiente movimiento. Esta es tu humilde casa, dije, esperando que caminaras junto a mí, pero te quedaste en el vestíbulo. Pasa, quiero enseñarte mi cuarto. Te acercaste mientra abría la puerta, está tirado, pero así me gusta. Tomaste el libro que estaba sobre mi mesa de noche “La verdadera historia del amor” ¿Qué tal, es interesante? Me preguntaste, pero lo cierto es que apenas había ojeado el libro.


Miraste mi pequeña colección de libros ¿Puedo? Claro que puedes, no tengo límites cuando se trata de ti. Irbargüengoitia, Saramago, Cortazar, Hesse. Te acercaste a la cama y de nuevo tu pregunta ¿Puedo? Por supuesto, puedes hacer lo que quieras. Te sentaste y yo tomé el libro que te había llamado la atención. Colección de relatos cortos. Relatos delirantes. Comencé a leerte un poco, te acurrucaste junto a mí, sobre mí. Te leí el cuento del gato imaginario. El de los libros. El dialogo de los amantes egocéntricos. El dinosaurio y su culta dama. Luego, el silencio.


Acercaste tu cara a mi pecho y yo acerque la mía a tu cabello. ¿Cómo saber cuando realmente quieres a una persona? Cuando su olor te parece el más hermoso del mundo. Te lo dije, acerca del olor, acerca de que te quiero. Tú escondiste tu cara entre tu cabello, te acercaste más a mi pecho. Nada de palabras. Yo me concentraba en contemplarte, mientras tú comenzabas a quedarte dormida. Te veía hermosa, perfecta, cerca de mí. En un movimiento te desperté, me miraste y nuestros labios se juntaron, sólo un momento.


Me miraste a los ojos que decían “yo también te quiero”. No necesitamos palabras, nuestros cuerpos se conocían y se comenzaban a recordar. Metiste tus manos dentro de mi camisa, debajo de mi camiseta. Fuera los estorbos, tu pecho, mi pecho. Nuestros labios se reencontraban, siempre con esa sensación de que así tenía que ser. No era un descubrimiento, era un reconocimiento. ¿De dónde te conozco? Pensaba mientras me perdía cada vez más en tu cuerpo. Pase de tus labios a tus mejillas, resbalé y tu cuello me atrapó. En tus pechos descubrí tus sentimientos, pues a pesar de su imponente figura, de su certeza de ser hermosos, no deje que me engañaran, detrás de ellos, debajo de ellos, dentro de tu pecho se escondía la verdad. Thump thump thump, como si me hubiera estado esperando.


Acurruqué mi cabeza sobre tu pecho, mi oído sentía tus vibraciones. Thump Thump Thump apresurado y después, thump… thump… thump… Tú corazón se calmaba, sabía que yo estaba ahí. Besando tu pecho, tu abdomen, tu ombligo, tu vientre. No más, no quise más. Cada momento contigo me llena de tal manera que tengo que racionarme. Contigo me lleno, contigo todo se vuelve luz y temo quedar ciego. Por eso nos besamos, mientras tus uñas recorrían mi espalda. Subías sobre mi cuerpo, mis manos acariciaban tu cintura, así como la línea perfecta que describe desde tus hombros, pasando por tu espalda y terminando en tus caderas. Te quiero, me quieres. Nada más importa.


Nos recostamos, tu cara queda enfrente de mí. Esa mirada, siempre me he preguntado que significa esa mirada. Excitación, ternura, amor pero hay algo más. Me encantas, te digo y tú vuelves a besarme. En ese momento soy tuyo y tú te conviertes en mi mundo. Y nada más importa. Nos aislamos, hacemos nuestro propio mundo, toda una religión, eres mi diosa, eres mi sol. Pones una mano sobre mi pecho, yo rodeo tu cintura y así, cuando nuestros cuerpos han superado la sorpresa de reencontrarse, de reconocerse, lentamente vamos cerrando los ojos, durmiendo nuestra conciencia, alejándonos hacia nuestro mundo, donde yo te enseño todo lo que guardé sólo para ti. Mientras tú vas haciendo que todo cobre sentido. Te Amo, nada más importa.


Imagen sacada de: http://www.flogup.com/strella_love/1032418

1 comentario:

pepsi dijo...

Enjoy the silence ♪