viernes, 4 de enero de 2008

Roller Coaster

Todo comienza en la taquilla con tus amigos y primos, donde se compran 5 boletos para subir a la atracción. Se pasa a la fila y puedes ver a un montón de pubertos ansiosos, una que otra chavita que en un par de años será una mujer ideal y en general una fila de gente que espera exactamente lo mismo que tú, subirse a un juego mecánico. Todo el grupo está emocionado sin notar que probablemente alguien tenga que irse solo, ya que el juego sólo tiene cabinas pares, es decir, para dos personas. Lo deciden a la suerte, a tu primo el pequeño le toca solo, no él no puede ir así, por lo que voluntariamente te ofreces en sacrificio ¿Quién sabe? Igual y te toca compartir con una linda chica. El juego se detiene y bajan las personas que estaban en él, es el turno de tu grupo. Todos se acercan y el encargado los va designando, unos en la 7, otros en la 8, puedes escuchar cuando le pregunta a una chica y ella le responde que va sola, lo cual es perfecto pues puede que te toque junto a ella. Tus primos y amigos se van a sus lugares y a ti te toca en la 6, del lado opuesto donde se fue aquella chica. No importa, alguien más subirá… Pero no, nadie sube y comienzan a asegurar cada uno de las cabinas para comenzar el juego. Bien otra vez solo. El juego no tardará en comenzar y a pesar de haberte subido tantas veces al “Chaos” sientes esos nervios iniciales, es decir, corporalmente se siente horrible. Pero es parte de la emoción y el juego mecánico comienza a moverse, sientes como giras cada vez más rápido, como tu cabina se bambolea hacia delante y hacia atrás, combinado con el movimiento oscilatorio del juego, además de que ahora te inclina y puedes sentir como en un momento estás a gran altura y al siguiente casi te sientes chocar con el suelo. Para una persona normal esto sería estimulante y tendría miedo o estaría lleno de adrenalina. Entonces es cuando te pega ¿qué sentido tiene todo esto? La cabina es para dos personas, por que precisamente esta clase de emoción es algo que se tiene que compartir. Y ahí estás evocando todas las veces que estuviste en una situación igual, en un parque de diversiones, en otro, y siempre, invariablemente te toca subirte solo a los juegos mecánicos. ¿Qué sentido tiene estar en una de las cosas más emocionantes de tu vida si no tienes con quien compartirlo? Y la depresión no se hace esperar. Puedes sentir los giros, las vueltas y mirar todo tu mundo moverse y aún así, no reaccionas. Puedes escuchar los gritos, ver la gente que se reúne alrededor de la atracción pensando en que probablemente a ellos les daría demasiado miedo estar donde estás ahora. Estás en una de las situaciones donde es prácticamente imposible pensar. Y ahí estás, pensando en que probablemente eres la única persona del mundo capaz de deprimirse en una montaña rusa. El resto es darle vueltas a la misma idea ¿cómo alguien es capaz de deprimirse en una atracción mecánica? Pero eso ya no importa, ya te estás alejando junto a tu grupo de amigos y familiares que piensan en cual será el siguiente juego al que subirán y claro, escuchas como todos comentan que te morías tanto de miedo que no quieres contestarles cuando te preguntan “¿Y como se siente subirte al Chaos?”

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