sábado, 18 de agosto de 2007

En el jardín del Edén

Estaba el árbol de la vida en medio del jardín del Edén cuando se le acercaron Adán y Eva a admirarlo. Suavemente tocaron sus hojas, admirando su imponente figura, disfrutando de su increíblemente afrodisíaco olor, estaban tentados a tomar su fruto cuando…

DE ESTE ÁRBOL SU FRUTO NO COMERAN

Adán y Eva asustados y temerosos del posible castigo se alejan dejando al árbol solo en medio del jardín. El árbol de la vida se quedó en silencio, entristeciéndose a cada momento, no le servía de nada tener el maravilloso poder de lograr lo que ninguna otra criatura en todo el jardín del Edén ya que quedaba terminantemente prohibido. En su soledad no notó cuando la serpiente se posó en una de sus ramas y accidentalmente mordió uno de sus frutos, despertando la naturaleza propia del ser humano.

-¿Por qué lloras?

-Por que nadie debe comer mi fruto.

-¿Y por qué no habrían de hacerlo si es en verdad delicioso?

-Lo prohibió ÉL.

-Si lo dijo ÉL, entonces nadie querrá probar tu fruto.

-Tienes razón, ¿que puedo hacer?

-No te preocupes y detén tus lágrimas que cuenta no te das que yo acabo de probar uno de tus frutos.

-Eso puede ser cierto, pero a ti no te lo ha prohibido fervientemente pues no eres uno de sus hijos, como esos dos que llaman humanos.

-Entonces ¿lo que quieres es que ellos prueben tu fruto?

-Sí, creo que eso sería lo único que podría hacerme feliz en esta vida.

-Faltaba más, no te preocupes, yo te ayudaré a lograr tu tarea.

Y así la serpiente va arrastrándose por todo el jardín, llegando a un extremo del mismo sin poder encontrar a los hijos del señor. Toma otro camino y reptando reptando busca al lado de los nísperos, los manzanos, los rosales, los sauces hasta que al fin encuentra a Eva en el pequeño lago, disfrutando sola del agua.

-Hola Eva.

-Hola serpiente.

-¿Y Adán? ¿Por qué no está contigo disfrutando del agua?

-Es que acabamos de disfrutar de nuestra comida y el decidió tomar una pequeña siesta en aquél claro que está cerca, mientras yo preferí jugar un poco en el agua.

-Es bueno, el agua es buena, así como tú eres buena y justa y así lo es tu esposo. Todo es bueno en el jardín del Edén.

-Es cierto, todo es bueno aquí por que ÉL así lo quiso.

-Sí, tienes razón, es bueno seguir sus reglas y hacer lo que quiere. Les ofreció todo esto para ustedes ¿verdad?

-Es verdad, dijo que podíamos disponer de todo en el jardín y siempre damos gracias por ello.

-Es magnifico que ustedes sean tan fieles al señor, y sobre todo que se amen como ÉL lo dice.

-Así es, amo a Adán como a nada en esta vida, después de todo, sin él no estaría yo viva.

-Supongo que siempre le haces sentir eso, le das regalos y le demuestras cuanto es que lo quieres.

-Pues sí, aunque no sé que pueda yo darle si ya todo nos lo ha regalado el señor.

-Pues hay algo que sé que él aún no ha podido disfrutar.

-¿Y que es eso?

-El fruto del árbol de la vida.

-Pero, ese árbol no podemos tomarlo.

-Claro que puedes, ÉL les dio todo lo que forma parte de este paraíso ¿no es verdad?

-Pero, lo prohibió.

-Además todo lo que ha creado es bueno, entonces el fruto debe ser bueno también, no debería ser malo disponer de algo bueno.

-Pero Él nos dijo que no podíamos ni siquiera pensarlo.

-Pues si en verdad amas a tu esposo y quisieras verlo feliz, ¿no le darías el único regalo que no ha podido disfrutar en esta vida?

Eva, con la serpiente alrededor de su cuello se dirige al árbol, con el sigilo propio de una mujer corta uno de los frutos y después de agradecer de manera apresurada al árbol de la vida, corre por todo el jardín rumbo al lecho donde reposa su esposo. La serpiente la sigue desde lejos sin lograr acercársele.

Ella llega junto a Adán y los despierta suavemente tocando sus cabellos. Él la mira y entre sueños puede ver como le ofrece el fruto recién cortado, una mordida y su mirada cambia, ella lo nota pero no sabría decir exactamente que es lo que sucede. Su mano la toca pero ahora se siente completamente diferente, el simple toque pasa de ser una caricia a ser una caricia y algo más. La mira y la mira como si ella fuese el jardín del Edén mismo, con sus manos comienza a tocar los manzanos, suavemente rozando la suave y lisa piel de los duraznos, así también goza del olor de las rosas que tienden a acercar los labios de él hacia sus espinas. El lago se hace más grande cada vez y Adán se acerca más y más, disfrutando del panorama, gozando de la luz que desprende el Sol de Eva, al centro de todo rigiendo la actividad que pasa en el resto del jardín. El lago moja los dedos de sus pies mientras prueba nuevamente el fruto más delicioso que puede recibir un hombre. Ella siente como el paraíso la conforma y la vibración de todo el jardín se mueve en torno a él, le rodea y lo atrapa conformándolo en un solo individuo nuevamente. Cuando ella despierta mira que del fruto ya sólo queda el hueso, mientras la mano que escribió todo se acerca ella sigue perdida tratando de regresar de su espiral.

1 comentario:

Espaciolandesa dijo...

Eva tomando el sol...

Es una canción de Joaquín Sabina :)